Expectativas cautelosas
En todas las economías de la OCDE se ha frenado el ritmo de deterioro. Algunas han abandonado la recesión y las señales de crecimiento del PIB son explícitas. Son los casos de Estados Unidos, Alemania, Francia, entre las que disponen de mayor capacidad de tracción de la economía mundial. Pero en todas ellas la recuperación se percibe por las empresas como vulnerable. Las cautelas derivan de la significación que han tenido los estímulos públicos: los directamente destinados al salvamento de empresas financieras y a facilitar la disposición de liquidez, o a contener el desplome de la demanda agregada, a través de aumentos en el gasto público de todo tipo. Las empresas en todos los países avanzados son conscientes de que la retirada antes de tiempo de esos estímulos excepcionales puede volver a enfriar la demanda y frenar la recuperación.
España se encuentra entre los países donde las expectativas empresariales han ido suavizando el pesimismo, pero no son expresivas todavía de confianza. En realidad, son un reflejo del retraso con que está teniendo lugar la recuperación del crecimiento, y muy especialmente la mejora de las condiciones del mercado de trabajo. Así lo refleja el Barómetro de EL PAÍS sobre una muestra de 255 empresas que hoy publica este suplemento. Las respuestas son menos negativas que las aportadas en la primera mitad del pasado año. Los empresarios españoles creen que la crisis tocó fondo, pero ello no significa de ningún modo que la recuperación esté cercana o vaya a ser rápida. Sólo el 19% de los que responden considera que la economía española mejorará en el primer semestre de 2010; el 44% de las respuestas indica que no variará sustancialmente, y un tercio largo cree que el deterioro se acentuará en esta primera mitad del año. En esa percepción influye el deterioro de la confianza que para los encuestados merecen las actuaciones del gobierno en materia de política económica.
Las expectativas sobre el empleo, aunque han moderado su pesimismo, siguen siendo el capítulo con peor comportamiento: se reduce en seis puntos y medio, al 41%, el grupo de empresas que prevé reducir plantilla en el primer semestre de 2010. Ésta es, lógicamente, la señal más vinculante. Sin mejora del empleo la demanda doméstica no repuntará de forma significativa y tampoco mejorará la disposición del sistema bancario a normalizar el crecimiento de la inversión crediticia.
Es comprensible que las expectativas de los agentes económicos españoles estén más condicionadas que en otros países por las dificultades de apelación a la financiación. La dependencia del crédito bancario es de las más elevadas de nuestro entorno, y el sistema bancario español sigue siendo de los que en mayor medida han contraído el crédito a las empresas no financieras. Desde que se inició la crisis viene advirtiéndose que éste es el principal obstáculo que se interpone para que la economía española inicie la senda de recuperación. No es un problema exclusivo de la economía española. El Gobierno británico, por ejemplo, ha asumido como prioridad la reducción de la dependencia de los préstamos bancarios como vía de oxigenación de las empresas. Allí y aquí, las expectativas de los empresarios seguirán condicionadas por cautelas excesivas mientras el crédito bancario siga estancado.
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