Verlas venir
Hace ya muchos meses que los médicos responsables empezaron a recomendar a sus pacientes que ni se les ocurriera vacunarse de la gripe A. Una vacuna mal testada es más peligrosa que cualquier virus, decían. Ahora, el Consejo de Europa sospecha que, tras los apocalípticos clarines de la pandemia fantasma, estuvieron ciertas multinacionales farmacéuticas, que sobornaron a algunos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud para forrarse vendiendo vacunas. El resultado desborda sus cuentas de resultados. Hay países, como Rumania, donde la gripe A no ha matado a nadie, pero su vacuna sí lo ha hecho. Esto se veía venir, pero, ¿qué pasa cuando las cosas se ven venir?
El comienzo de 2010 está resultando escandaloso, pero lo peor es que casi todo lo que está ocurriendo, desde lo más grande hasta lo más pequeño, ya lo hemos visto venir. Un terrorista pasa por un escáner corporal con explosivos en el cuerpo y medio mundo decide obligarnos a enseñar nuestras miserias en los aeropuertos. La cumbre del clima fracasa, y el Estado danés trata a cuatro activistas pacíficos como si fueran terroristas, porque había una reina en la cena donde desplegaron la pancarta. Algunos ayuntamientos discriminan ilegalmente a los inmigrantes porque les da la gana, Paco El Pocero sigue triunfando sobre el alcalde de Seseña y el Tribunal Supremo admite una querella de Falange Española en contra de la investigación de los crímenes del franquismo. Incluso una catástrofe imprevisible, como la tragedia de Haití, da lugar a escándalos previsibles, como las declaraciones del obispo de San Sebastián, que ha desempolvado el trabuco para afirmar que la salud moral de los españoles es más grave que 50.000 cadáveres en las calles del país más pobre de América.
Está claro que no tenemos problemas de visión, pero, por lo demás... ¿Estamos tontos, o qué?
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