El hombre del tiempo que hará el año que viene
El cura José Regadío editaba el almanaque agrario más leído en Galicia
Galicia tiene dos hombres del tiempo por antonomasia. Uno, Santiago Pemán, histórico de la Televisión de Galicia, aún consulta a diario las fotos del Meteosat. El otro, José Regadío, dejó de estudiar la forma de las nubes el 9 de enero, cuando sucumbió al frío, y a la neumonía, a punto de cumplir 90 años.
Era cura y llegó a atender al mismo tiempo seis parroquias del municipio lucense de Palas de Rei. Sus misas de sólo 12 minutos se salían de la línea del obispado y terminó sin iglesia donde ejercer. El día de su entierro, el martes, en el cementerio de Filgueira se juntaron pocas personas. Sus fieles no estaban cerca, no le conocían la cara ni el nombre. Sus parroquianos eran unos 16.000 o 17.000 gallegos (y otros seguidores del Bierzo, Madrid y Barcelona) a quienes sólo les importaba su manera de contar las cosas.
Literatura embrollada
Regadío publicaba, desde 1951, con el título de O mintireiro verdadeiro, el único calendario agrario de iniciativa privada que augura, mes a mes, el tiempo que hará en Galicia. Salvo las fases de la Luna, que se las facilitaba el Observatorio Astronómico de Madrid, lo demás era pura literatura embrollada, escrita en ese gallego popular y puro que siempre defendió, ajeno a normas y reales academias, y rico en unos términos que van muriendo al ritmo que mueren los ancianos habitantes de la Galicia rural.
El nombre del almanaque de 64 páginas lo inventaron los tertulianos de la rebotica de Palas. "Mintireiro" porque el cura se lo inventaba todo: es imposible predecir el tiempo con un año de antelación. Y "verdadeiro" porque, por lo general, con redacción liosa y sentido común, acertaba casi siempre. Últimamente no tanto, el cambio climático le desconcertaba: "El tiempo, ahora, no respeta al hombre". Los refranes, la sabiduría de la gente del campo y sus consultas a libros de meteorología ya no le valían como antes para sus pronósticos. Sin embargo, O mintireiro verdadeiro sigue siendo un best seller. Se distribuye en quioscos o por la calle en toda Galicia.
Ahora, los incondicionales temen quedar huérfanos de su prosa, palabras rescatadas, chistes, santorales, adivinanzas, augurios meteorológicos y lecciones sobre la atmósfera, toponimia, onomástica y la lengua de la aldea. Don José llevaba años enfermo, pero no debió de imaginar que iba a morir en enero, el mes de su cumpleaños (nació en Monterroso, Lugo, el día 28, en 1920), porque no dejó resuelta la continuidad del Mintireiro.
Al dueño de la imprenta lucense con la que trabajaba le dijo que buscase otro hombre del tiempo de redacción florida y amena para inventar, o adivinar, las nevadas y chubascos, sequías y riesgos de incendio del año siguiente. El impresor asegura que se ha puesto a buscarlo y que tiene que ser cura. Gallego y galleguista.
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