Cerrar heridas
Tras leer el maravilloso reportaje de Silvia R. Pontevedra Un japonés en la fosa de la guerra, publicado en EL PAÍS el viernes 8 de enero, uno se pregunta cómo es posible que existan personas que estén dispuestas a costearse durante años un viaje desde el otro lado del mundo para trabajar gratis en la recuperación de la memoria histórica de un país tan distinto al de su origen. Personas como Toru Arakawa, que aprendió castellano de forma autodidacta, y que lloraba cada vez que en una fosa aparecían restos de asesinados durante la Guerra Civil. Sin embargo, en nuestro país aún sigue quedando gente a la que los esfuerzos de seres humanos como Toru Arakawa y tantos otros les siguen pareciendo innecesarios, negativos, encaminados a abrir heridas, cuando lo que pretenden precisamente es cerrarlas.
Muchos nos hemos emocionado leyendo su historia tanto como Toru se emocionaba con su esfuerzo altruista por recuperar la memoria de un país que ni siquiera era el suyo. Y si su maltrecho corazón se acabó de romper el pasado otoño, sin duda también fue por su inmenso tamaño. Gracias y descanse en paz, Toru Arakawa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.