La polémica sigue fuera del templo
El PNV insiste en ver "un diseño político" en la llegada del nuevo obispo
Aunque el nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, llegó ayer con un mensaje conciliador y los párrocos que rechazaron su nombramiento mantuvieron las formas, el terremoto causado por su nombramiento sigue dando coletazos en la arena política. Aunque la polémica quedó fuera del templo, las principales formaciones volvieron a pronunciarse sobre el tema del día. El portavoz parlamentario del PNV, Joseba Egibar, insistió ayer en la idea de que hay "un diseño político" que pretende difuminar "el hecho diferencial" vasco detrás de la llegada de un prelado alineado con las tesis más conservadoras y refractario al nacionalismo.
La llegada de Munilla supone "un paso atrás", según Egibar, al reinstaurar "el esquema piramidal de la Iglesia" y renunciar a la "gran descentralización" propugnada por el Concilio Vaticano II. "Será bien recibido por parte de muchos, porque bien recibido es recibir a la persona con educación, pero otra cosa es que sea bienvenido", recalcó el también líder de la formación peneuvista en Guipúzcoa. "El que a la diócesis acceda Munilla, que también es guipuzcoano y euskaldún, con un 80% de los párrocos en contra, además de gente que colabora con la Iglesia, es por lo menos un hecho llamativo", añadió. Nadie accedería a la dirección de una empresa o una institución sabiendo que, de entrada, la mayoría está en su contra, argumentó
En el ala opuesta del espectro político, el portavoz parlamentario del PP vasco, Leopoldo Barreda, acusó a "algunos dirigentes nacionalistas" de querer controlar al nuevo obispo "como hacía Franco", viendo en su falta de sintonía ideológica el origen de todas las críticas hacia el prelado. Según afirmó, "es evidente" que ésta no es una "polémica pastoral" y que, quizás, la carta de los párrocos criticando el nombramiento no obedecía a criterios pastorales sino más bien a un "singular debate político". "¿Alguien quiere tener una Iglesia nacionalista vasca? A lo mejor es que, como no era el candidato impulsado por esa Iglesia nacionalista, hay que criticarlo antes de que tome posesión", concluyó.
El PSE-EE, por su parte, volvió a optar por "no entrar en las decisiones internas de la Iglesia, independientemente del carácter más o menos conservador que pueda tener cada uno de los obispos". Su portavoz, José Antonio Pastor, deseó que, tras la toma de posesión de Munilla, se recomponga en Euskadi "lo que haya podido haber de heridas o polémica" a raíz de su designación.
EB, a través de su coordinador, Mikel Arana, aseguró que las declaraciones del nuevo obispo sobre asuntos como el aborto o la homosexualidad le colocan "en la más extrema derecha". Más de 50 personas, convocadas por distintas asociaciones de gays y lesbianas, protestaron frente a la catedral del Buen Pastor contra la llegada de Munilla.
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