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Columna
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Joan Laporta

Es posible que no me crean, pero les digo la verdad: no sé cómo se llama el presidente del Valencia C.F. O, al menos, si propongo un nombre no tengo la certeza de haber atinado. ¿Llorente, tal vez? Tampoco tengo muy claro quiénes son las estrellas del Valencia. Sé que hay un Silva o un Villa, pero no los distingo bien, salvo por la mosca que uno de ellos luce. Me habría resultado facilísimo despejar estas vacilaciones con un simple click. Pero no lo he hecho: mi ignorancia y mis dudas son síntomas reveladores; y mi desinterés futbolístico no me lo voy a curar. Punto y aparte.

Me sorprende todo lo que sé de Joan Laporta: que es presidente del FC Barcelona y que tiene aspiraciones políticas. Ya ven: tengo datos abundantes sobre su directivo. Sé incluso que pronto se van a celebrar elecciones para renovar el cargo y que Laporta no puede presentarse. Por lo que parece, aprovechando que el Barça es más que un club, el actual presidente espera ser el líder de una Cataluña independiente. O algo así. Me entero por la entrevista a dos páginas que ha concedido a El Mundo. Es asombrosa.

No son sus objetivos aquello que me sorprende. Lo que me pasma es la retórica que emplea. El titular de primera plana que El Mundo le da es literal y está cargado de preposiciones: "El Barça encarna la épica que guía a la libertad a los pueblos sometidos". Inmediatamente he pensado en Eugène Delacroix y he tenido un estremecimiento: me imaginaba a un Joan Laporta alegórico con gorro frigio ondeando el pendón. ¿Exagero? "Cataluña necesita despertar", dice. "Es la lucha por nuestra libertad, es la lucha más romántica, la más hermosa que puede librar un grupo de hombres y mujeres, un pueblo".

Ven cómo no exagero: si Delacroix fue la culminación del romanticismo pictórico, Laporta será quien encabece una lucha... tan cromática: digo, tan romántica. "Aún no sé si Cataluña quiere un líder o un mártir. Yo no quiero ser un mártir", añade. ¿Y las elecciones? No parece que los catalanes voten opciones como la que él puede representar, repone el periodista. "Más allá del presente, el sueño catalán existe, pero nos lo han adormecido, nos lo han narcotizado. Lo tenemos que despertar", contesta. "Tenemos que despertar, que reaccionar. Nos estamos muriendo", precisa.

Sueños, narcóticos, muerte: qué imágenes tan terroríficas. Si no temiera tanto el populismo, la verdad es que yo seguiría durmiendo, entregado al sopor que el fútbol me provoca. Pero, claro, en El Mundo, algunos parecen encantados con Laporta: les da titulares coloristas y les confirma la tosquedad del soberanismo. Menos mal que los catalanes son gente práctica. Seguro que despiertan, sí, y se sacuden la modorra para quitarse de encima tanta demagogia.

http://justoserna.wordpress.com

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