Frenazo en cabeza
El Madrid no pasa del empate (0-0) en Pamplona y desaprovecha la oportunidad de ponerse líder tras el pinchazo del Barça ante el Villarreal - El Mallorca, intratable en casa, ya está en puesto de Liga de Campeones
No es fácil ser paciente en una época de vértigo, y menos en el fútbol, que vive a expensas del gas sentimental de la afición y, en ocasiones, del capricho de los directivos. A veces, sin embargo, vale la pena aguardar, sobre todo cuando no se duda de la apuesta del club. Así ha ocurrido, por ejemplo, con el Villarreal, que persistió en la defensa de Valverde como entrenador, incluso cuando el equipo era colista en la séptima jornada, y ahora ya compite por los puestos europeos después de sumar 19 puntos de los últimos 27. El Villarreal le descontó dos el sábado al Barça en un partido muy abierto. Pocos equipos han jugado en el Camp Nou con la valentía que mostró el de Valverde frente al de Guardiola. Los dos técnicos acabaron comiendo jamón y bebiendo vino en el camerino del entrenador azulgrana mientras debatían sobre el resultado. Cuatro triunfos consecutivos había acumulado el Barça, racha que inició ante el Madrid, pero el Villarreal logró frenarle en seco. Precisamente aquel clásico del Camp Nou marcó un punto de inflexión en el Madrid, que encadenó tres triunfos seguidos en los que, además, demostró su formidable poder atacante: 4-2 al Almería, 2-3 en Valencia y 6-0 frente al Zaragoza.
Hasta ayer. Llegó el Madrid a Pamplona y se dejó la oportunidad de cazar el liderato. Camacho supo parar a su equipo del alma y Osasuna atrapó un empate (0-0) trabajadísimo frente a Cristiano y compañía. Pudo incluso ganar el equipo pamplonés, pero todo lo que desperdició el Madrid en ataque lo ganó con una defensa cada día más firme, que sigue sin echar de menos a Pepe.
Más allá del resultado del Reyno de Navarra, la jornada encumbró al Mallorca, convertido a día de hoy, sin discusión alguna, en el equipo revelación. En plena crisis institucional, sin medios para mantener en sus filas a los mejores futbolistas del pasado curso, los Arango, Jurado y compañía, el equipo balear aparece en la cuarta plaza. Manzano ha demostrado tanta paciencia como criterio y el equipo ha convertido Son Moix en un búnker: ocho partidos jugados, ocho ganados. Y el próximo domingo visita el Bernabéu.
No sólo los entrenadores necesitan tiempo sino que a veces son los jugadores ninguneados o más criticados los que piden minutos de juego para reivindicar sus cualidades. A muy poca gente se le había ocurrido seguramente que Antonio López podía darle la victoria al Atlético con un gol de cabeza en el tiempo añadido de un partido tan exigente como el que le enfrentó al Sevilla. A Zigic le invitan cada día a abandonar Mestalla, y la paciencia del delantero en seguir en el Valencia encontró su recompensa con un gol victorioso, también en el descuento, frente al Espanyol.
Los mejores equipos necesitan un punto de pausa institucional para poder funcionar de forma correcta cuando han sido ideados con sentido común. A los más pequeños en cambio les puede generalmente la prisa cuando ocupan puestos de descenso o se acercan a posiciones peligrosas. Ya le ocurrió al Racing, que se encomendó nuevamente a Portugal y, de momento, ayer ganó al Tenerife. También ha cambiado de entrenador el Zaragoza, presa de un ataque de pánico. Gay aún no ejerce de revulsivo porque el equipo se llevó seis en su visita a Chamartín y ayer no pasó del empate contra el Depor en La Romareda. Y ayer se estrenó Lillo en el banquillo del Almería con una victoria tan importante como agónica frente al colista Xerez, que parece entregado a su suerte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.