Incompetencia
Hace unos días, leímos que los directivos de la Ciudad de la Luz pagaron medio millón de euros a Ford Coppola por pronunciar una conferencia en aquellos estudios. La noticia llamaba la atención no tanto por la presencia del director norteamericano -ya aireada en su momento por la prensa- como por lo elevado de la retribución. Entre nosotros no es corriente que alguien perciba medio millón de euros por hablar ante unas docenas de alumnos. Sin poner en duda la extraordinaria experiencia de Coppola y el valor de sus enseñanzas, es evidente lo exagerado de la asignación. Dado el estado económico de la Ciudad de la Luz, no acaba uno de entender muy bien los motivos de sus gestores para firmar ese contrato. De haber tenido que rendir cuentas ante los accionistas, es probable que estas personas se hubieran comportando de manera diferente.
Al realizar el balance de fin de año, la prensa ha coincidido en considerar el caso Gürtel como el hecho más significativo de la política regional durante 2009. Todo el mundo estará de acuerdo con ello, incluidos los propios afectados. Desde el momento de su aparición, Gürtel acaparó el interés de los medios informativos, que no han dejado de contar a los lectores los mil y un detalles del mismo. Es probable que su envergadura nos haya impedido reparar en otras cuestiones de similar importancia para la marcha de la Comunidad. Ahora que Gürtel ha pasado a convertirse en un tema cotidiano -por decirlo de algún modo- es posible que otros asuntos empiecen a emerger. La situación económica de los últimos años permitió ocultar cualquier problema que se presentara, o lo maquilló hasta hacerlo irreconocible. Es lo que sucede cuando el dinero corre con facilidad: tiende a embellecer las cosas para ofrecernos su aspecto más favorable. Esto hizo que nos formásemos una imagen inmejorable de nuestros dirigentes: todos eran, en mayor o menor media, grandes capitanes, y así los considerábamos nosotros y se consideraban ellos. Repase el lector las páginas de la prensa de ese tiempo y podrá hacerse una idea precisa de lo que hablamos. Ahora que la crisis económica parece abrir los ojos de todo el mundo -incluso los de nuestros empresarios- comienzan a percibirse las cosas de otra manera.
Tengo la impresión de que, en los últimos meses, ha empezado a cambiar el juicio que teníamos de nuestros gobernantes. Advertimos, aunque de una manera aún tímida, que los asuntos de la Comunidad Valenciana han estado demasiadas veces en manos de personas incompetentes, que han actuado con ligereza. ¿No ha sido ese el comportamiento de los directivos de la Ciudad de la Luz, que pagan medio millón de euros por una conferencia? Es la misma conducta que podemos ver en los gestores (?) de Ciegsa, incapaces de frenar los sobrecostes de la empresa, ejercicio tras ejercicio. En cualquier compañía privada, hace tiempo que estas personas hubieran sido despedidas por su falta de aptitud; aquí, sin embargo, se multiplican. El reciente informe de la Sindicatura de Cuentas, pese a los matices y cuidados con que ha sido redactado, resulta aterrador. Los datos muestran una manera de hacer las cosas donde el dinero público carece de importancia y se gasta a manos llenas. Es, quizá más que el propio caso Gürtel, la radiografía de una manera de gobernar que nos ha conducido a la situación actual.
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