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Un socio de Fernández cobró 700.000 euros por comprar suelo para Iurbentia

Carmelo Merino ha controlado las principales operaciones de terreno en Afer

La vía judicial abierta para investigar la gestión empresarial en las sociedades mercantiles del grupo Afer, propiedad del empresario vizcaíno Jabyer Fernández, parece haber aconsejado a la mayoría de sus respectivos accionistas a delimitar cuál ha sido hasta ahora su campo competencial. Protegerse, vaya. Salvo en reconocidas excepciones, la mayoría de los socios de Fernández coinciden en atribuir a éste toda la responsabilidad última en la gestión. Muchos de ellos, incluso, recuerdan cómo acostumbrada a rechazar ciertas operaciones alegando ante la mesa del consejo "esto se hace así porque esto es mío".

Pero Fernández sabe también que los libros de actas de los consejos de administración de las sociedades del grupo con anterioridad a la ruptura en abril de 2009 no existen votos en contra ni salvedades en las auditorías. "Ahora nadie quiere darse por enterado de todo lo que se ha venido haciendo, cuando en realidad se aprobaba todo sin que nadie dijera nada en contra", reconoce una persona ligada a Afer.

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La rebelión interna en Iurbentia es un hecho a raíz de la apropiación por Fernández de los 43 millones de IVA que no devolvió a Hacienda tras cerrar con BBK y La Caixa la venta de los terrenos de Puerta de Bilbao.Además propicia escenas curiosas donde se mezclan accionistas que han visto volatizada sus inversiones millonarias con otros, por ejemplo, que han cobrado, casi en exclusiva, importantes dividendos por sus gestiones en favor de la compañía.

En este grupo sobresale Carmelo Merino Pinero, un empresario emprendedor, natural del barrio de Mamariga (Santurtzi, Vizcaya), compañero durante años en muchos negocios del dueño de Afer y con quien comparte orígenes muy similares. Según datos de Iurbentia, Merino, accionista y consejero de esta sociedad, ha cobrado al menos 700.000 euros por sus gestiones para la adquisición de terrenos en diferentes comunidades autónomas, en favor del grupo. Estas fuentes aseguran que ningún otro consejero de Iurbentia ha recibido cantidad alguna por servicios similares.

Iurbentia Promoción Inmobiliaria participa en el capital de Iurbentia Gestión Urbanística, en un 40%, una firma especializada en la gestión del suelo y presidida con carácter ejecutivo por Carmelo Merino. Esta sociedad está además participada en otro 40% por el Grupo Afer y en un 20% por Merino.

La relación empresarial entre Fernández y Merino no era desconocida para nadie en el entorno de Afer. Son vidas paralelas, ambos sin estudios universitarios, dotados de gran visión para arriesgar en los negocios -más versátiles en el caso de Merino-, que encuentran en la construcción su nicho económico tras caminar como socios por varias empresas.

Merino sabe hacer negocios desde muy joven. Sin llegar aún a los 50 años, acumula experiencia en varios países, Rusia incluida. Dispone de una espectacular residencia en un municipio cántabro, donde se vio obligado a pleitear con el ayuntamiento en defensa de la anexión de unas parcelas, que adquirió en su día a nombre de una empresa. Dicharachero, prespicaz, buen conversador, se complementó con Fernández hasta que un día, cuando ya caminaban juntos por las empresas de Afer, decidieron romper sus vínculos accionariales. García Macua fue el encargado de buscar la salida a un litigio duro, sin concesiones por ninguna de las dos partes, aunque eso no impidió que Merino siguiese ejecutando operaciones, abonadas con la complacencia de Fernández.

Nadie quiso preguntar entonces las razones de este divorcio que causó la lógica extrañeza en el grupo. Muchos de sus componentes habían participado en las actividades lúdicas que Fernández acostumbraba organizar. Todavía se recuerda aquella excursión a Mónaco para presenciar en directo el Gran Premio de F-1, con Fernando Alonso como referencia. Los escogidos -algunos de ellos ahora enfrentados entre sí- siguieron la carrera desde un lujoso apartamento alquilado frente a la primera curva del céntrico circuito urbano. Y luego compartieron una inolvidable cena, cuya factura superó con creces los 6.000 euros. Carmelo Merino no se arrugó al ofrecer la tarjeta de crédito.

Sin embargo, el 29 de octubre de 2008, Merino y su socio Fernando Ortiz en Promociones de Bizkaia ponen tierra de por medio con la gestión de Iurbentia y cuestionan a sus administradores. Fernández se lo recrimina con duros términos en una carta que les envía a ambos el 10 de noviembre y que obra en poder de este diario.

El dueño de Afer le recuerda a Merino que "has votado favorablemente en todo caso a todos los acuerdos adoptados, incluidos, y especialmente los relativos a la formalización de todas las operaciones financieras por la sociedad. Todas las citadas operaciones", continúa el escrito", "han sido aprobadas por el Consejo de Administración con tu voto favorable".

Es en esta carta donde Fernández recuerda cómo Merino "ha propuesto y presentado todas y cada una de las operaciones inmobiliarias en curso, ha-biendo cobrado personalmente importantes dividendos derivados de dicho contrato, señala. Estos pagos de gestión estaban pactados previamente.

El peso de Merino en el desarrollo de Iurbentia Promoción Inmobiliaria es determinante. "Todos sabíamos que si era necesario nadie reparaba en gastos para conseguir una mayor penetración en zonas donde se veía que podían existir posibles de negocios mediante la compra de terrenos", admiten en el entorno de esta compañía. Esta división de Gestión Urbanística disponía de su sede en una céntrica calle de Madrid, pero la gestora fue disponiendo de siete delegaciones: Zaragoza, Bilbao, León, Mérida, Sevilla, Murcia y Sevilla, aunque con la llegada de la crisis obligó al cierre de la mayoría, según se reflejaba en el plan de viabilidad presentado en un tumultoso consejo del pasado mes de abril.

Las compras de suelo se han sucedido en los últimos años por diversas autonomías con un ritmo creciente hasta que la crisis dio sus primeros síntomas. En Aragón, por ejemplo, Iurbentia se hizo con un solar en Zaragoza y otro de 34.000 metros cuadrados para construir 173 viviendas en Montanuy, en pleno Pirineo. Otro tanto en Extremadura, Comunidad de Madrid, Castilla y León o Castilla La Mancha, donde se encuentra Fernán Caballero, uno de los caballos de batalla entre los actuales rectores de Iurbentia.

Precisamente ahora cuando acecha la vía judicial toma cuerpo la revisión de las gestiones realizadas, y de una manera esencial las compras de suelo. Quizá de modo premonitorio, Fernández se lo advirtió a su socio Merino: "No es que conozcas todos los datos que solicitas, sino que eres directamente responsable de todas y cada una de las operaciones inmobiliarias y financieras en curso desarrolladas por la sociedad, por lo que no se entiende cómo con arreglo a principios de buena fe societaria y personal, puedes plantear un requerimiento como el que has remitido", en alusión a la gestión de los administradores.

Hasta que fueron descabalgados por Fernández, Macua como abogado y Emilio Prieto como consejero delegado han conocido la evolución de Iurbentia. Es por ello que desde el sector crítico a Fernández se les atribuye "responsabilidad compartida". Sin embargo, los aludidos recuerdan que las actas de los consejos reflejan unanimidad en los acuerdos. Incluso, hay quien sostiene que el progresivo alejamiento entre Macua y Prieto y su jefe viene motivado por las reticencias legales que mostraban ante algunas propuestas de Fernández. De hecho, Macua le advirtió de la ilegalidad que suponía apropiarse de 43 millones correspondientes al IVA no devengado por el Puerta de Bilbao.

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