Feliz Navidad, Güemes
Hoy, domingo posnavideño, en cualquier hospital de la Comunidad de Madrid, imagine usted que un inmigrante sin papeles se presenta aquejado de algo grave. Le atienden de milagro y porque la prestación sanitaria aun está garantizada universalmente por los pelos. Pero si fuera por algunas mentes preclaras, de buena gana le pondrían de patitas en la calle, para ahorrar o para que no ensucie con sus virus, su sangre y sus miasmas los vistosos pasillos de los centros desahuciados, ni asuste a las telarañas que asolan la bochornosa sanidad que los pobres madrileños nos merecemos, al parecer, por imbéciles.
El voto activo de la derecha, el voto pasivo de la izquierda, el pasotismo modorrón y la inoperancia han llevado al destino y a Esperanza Aguirre a jugarnos una mala pasada: dejar en manos de Juan José Güemes una cosa tan seria como nuestra salud. El maromo del PP, este cachorrillo cavernario rey homófono de la blogosfera, se marca unas piruetas numéricas con nuestros impuestos que lo flipas. Total, para querer convencernos de que gastar hoy dinero público en algo que, según él, estaría tan bien en manos privadas no merece la pena, que es un dispendio inútil y del que podemos sacar poco provecho.
Este chico es un cara con una tendencia obsesiva y delirante a la manipulación
Para eso estudian algunos. Para llegar a conclusiones anteriores al big bang. Alguien debe explicarle al amigo que pagar impuestos en sí no es malo. Y que si lo hacemos es para que el Estado articule por igual tanto a quienes tenemos el privilegio de poderlos acoquinar como para quienes no cuentan con esa posibilidad, una protección universal y humana de atención básica. A muchos, Güemes, majo, nos incomodaría y nos produciría vómito habitar un país que no se responsabiliza de los más desfavorecidos. Para eso, entre otras cosas, somos todavía un puñado los que queremos seguir pagando impuestos.
Pero se ve que no me entero. Esto, si nuestro amigo no lo ha aprendido en la universidad, debería haberlo pillado en misa. Aunque parece que una doctrina de humanismo básica no debe entrar entre las prioridades de las homilías que imparten Rouco y cia., a las que los Aguirre boys son tan aficionados. Si no fuera porque del cargo que ostenta Güemes, consejero de la comunidad autónoma, se deduce que debe ser -además de macizo- brillante y dotado de sentido común, a muchos nos pueden entrar dudas razonables sobre sus dotes y capacidades. Cualquiera podría pensar que se ha ganado el cargo sólo por guapo. Espe es tan suya y pisa tan fuerte que ha sido capaz de revertir el orden del machismo casposo por un amazonismo chulapo mediante el cual, lo primero, es el físico. Y así debe haber primado en el caso de Güemes: de otra cosa no parece haber rastro. Cuando alguien le escucha predicar que la reforma sanitaria emprendida por Obama en Estados Unidos lo que en realidad trata es de que todos los americanos tengan obligatoriamente que hacerse un seguro privado a los 18 años, cualquiera, con dos dedos de frente y algo de información entre las manos, podría pensar legítimamente una de dos: que este chico es un cara con una tendencia obsesiva y delirante a la manipulación o que anda limitadito de luces.
De lo primero va dejando rastro como portavoz oficial del PP madrileño. La última ha sido su frívola interpretación de la cojosentencia ésa que dicta cárcel e inhabilitación para los responsables de la Cadena SER, Daniel Anido y Rodolfo Irago. Ese presunto juez que predica la chorrada de que Internet no es un medio de comunicación ha parido su razonamiento con la misma lógica que nos puede llevar a pensar que los imbéciles no deben dictar sentencias. O que los ligerillos de cascos vagos a la hora de tomarse la molestia de estudiar las cosas sobre las que se pronuncian no deberían abrir la boca para opinar en nombre de una formación política. Véase Güemes al decir: "La SER no puede atacar la intimidad de unas personas por el mero hecho de no pertenecer al partido favorito de esta cadena". Genial, ¿no? Tan sólo comparable esta semana en el ranking de los disparates a la perla de Díaz Ferrán diciendo que ni él viajaría en Air Comet.
Pues échense a temblar, amigos. Cada vez debe estar más cerca una sucesión de liderazgo en el entorno aguirrista de Madrid. El tiempo pasa. A ella se le acaba la mecha enfrascada en estériles luchas de poder. Los delfines van colocándose. Algunos han quedado bastante tocados en la batalla. Ignacio González se las pira de vacaciones fuera de turno y otro cuantos más han sido engullidos por redes de espionajes y propinas de prebendas. El amigo Güemes cada vez sale más en la foto. Ustedes verán lo que votan. Por mi parte, sólo me queda desearle poca suerte, aunque eso sí, una feliz Navidad, ajeno e insensible, como se muestra, a los problemas de los ciudadanos.
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