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Cuatro sedes para una caja

La Xunta estudia repartir entre cuatro ciudades una eventual entidad fusionada

La hoja de ruta marcada por la Xunta para la integración de las dos cajas tiene en la próxima votación de la nueva ley en el pleno del Parlamento su determinante punto y seguido. Esa cita en O Hórreo propiciará la renovación inmediata de sus órganos de gobierno, que serán quienes aborden la firma de un protocolo de fusión que ya comienza a perfilarse en los despachos. De hecho, dos de los aspectos considerados críticos dentro del PP, la ubicación de la sede y el reparto de equilibrios territoriales de la futura caja fusionada, pasan por segmentar en cuatro los centros de decisión, que corresponderán a áreas diferenciadas. Según confirman fuentes del grupo parlamentario cercanas a Feijóo, sobre la mesa está ese escenario, que pasa por repartir las sedes del negocio puramente bancario, de las participaciones industriales, la obra social y la fundación cultural.

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Sin embargo, son muchos los pasos a dar todavía, advierten las mismas fuentes, que prefieren apelar a la cautela a la hora de perfilar este escenario, que ya ha sido planteado por la Consellería de Facenda a las propias entidades, según reconocen en las mismas cajas. Será, en todo caso, el protocolo de fusión a debatir en los nuevos consejos de administración el documento del que salga el reparto. Y todo ello, a expensas de la autoría encargada por Facenda a KPMG. Con estas premisas, el planteamiento inicial pasa por ubicar en ciudades distintas las cuatro sedes, para romper la dualidad entre norte y sur y abarcar toda la comunidad. "Al tratarse de una entidad fruto de una fusión que a su vez es el resultado de muchas otras fusiones, sería un error pretender establecer un eje entre A Coruña y Vigo", sostienen fuentes financieras.

Así, el guión preestablecido marca una clara división entre lo que es la acción social de las entidades (ayudas a colectivos desfavorecidos, fomento del empleo, asistencia social, educación e investigación), de lo que es la actuación en el ámbito cultural, que pasaría a estar vinculada a una sola fundación con sede y presupuesto propios. De hecho, y aunque con cierta permeabilidad, tanto Caixa Galicia como Caixanova diferencian en sus cuentas estos dos ejes dentro de la obra social. En el caso de la entidad presidida por Julio Fernández Gayoso, de los 55,8 millones de euros que presupuestó de gasto en este sentido para 2009, unos 23 millones se destinaron a cultura, mientras que para asistencia social, educación e investigación se presupuestaron 32,7 millones.

En el caso de Caixa Galicia, en las cuentas que periódicamente envía a la Confederación Española de Cajas de Ahorros suele diferenciar los presupuestos de su fundación de lo que es la obra social entendida como tal. En 2008 fueron 26,4 millones los destinados a la Fundación Caixa Galicia, mientras que la OBS fue dotada con 57 millones. En total, unos 83,5 millones. El desglose del presupuesto de obra social sobre el beneficio individual de la primera caja tiene en la cultura (13,4%) su prioridad, frente a lo que denomina cohesión y participación social, concepto al que destinó el 10,4% del beneficio en 2008.

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Separadas la obra social de la fundación cultural, sobre la mesa está también la división de la sede operativa, que centraliza el negocio bancario, de la que se hará cargo de todas las participaciones empresariales. En el caso de Caixa Galicia, es actualmente un holding (la corporación) con sede en A Coruña y consejo de administración propio, el encargado de aglutinar sus intereses industriales. En Caixanova se trata de una división sin entidad jurídica propia.

Por resolver todavía está uno de los asuntos más espinosos, que no es otro que el de ubicar el domicilio social de la caja fusionada. Este nuevo escenario, el de la división en cuatro sedes, responde a otro objetivo dentro de lo que será la arquitectura corporativa, según señalan fuentes financieras. Se trata de desligar lo que es la generación de ingresos (negocio típico y activos industriales) de las políticas de gasto (fundación y obra social), entendidas como dividendo social. Sobre la mesa ha estado incluso la separación en consejos de administración propios de estas dos áreas, para dar así mayor entidad a la acción social y a la fundación, que actualmente se rigen por patronatos.

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