Educación para la diversidad
Cómo convivir cuando la diversidad, étnica, lingüística, religiosa o cultural incrementa el desasosiego, divide a las comunidades y somete a creciente presión las democracias? Últimamente, fracturas económicas, sociales, culturales y religiosas exacerban las tensiones intercomunitarias fomentando la errónea noción de que estamos abocados a un "choque de civilizaciones".
Es esencial activar el diálogo para tender puentes, superar conflictos y promover un mejor entendimiento entre los pueblos. Para combatir estereotipos e ideas falsas que provocan hostilidad y desconfianza hay que buscar la raíz de las tensiones que dividen a las sociedades y culturas. Las tensiones se inflaman cuando individuos o grupos perciben amenazados sus valores e identidad. Las oleadas migratorias, particularmente en Europa, han generado resentimiento y hostilidad. Inequívoco indicio del malestar es el éxito de partidos de extrema derecha que propugnan programas anti-inmigración en diversos países europeos.
El rechazo suizo a los minaretes ilustra cómo los prejuicios y el miedo enturbian la convivencia
No podemos ignorar el alcance de unos síntomas indicadores de un creciente sentimiento de inseguridad susceptible de minar la cohesión social y el modelo de inclusión europeos. Cuestiones como el velo islámico, el lugar de la religión en las escuelas y la igualdad de género, muestran la pervivencia de fuentes de tensión y la presencia de fuerzas dispuestas a explotarlas. La iniciativa popular contra nuevos minaretes en Suiza revela un profundo malestar e ilustra cómo el miedo y los prejuicios enturbian la convivencia.
Las tensiones aparecen también al cuestionarse derechos de las minorías y su lugar en las sociedades, que se enfrentan así a cómo cohonestar los derechos de las comunidades culturales salvaguardando la cohesión social.
En tiempos de tensiones interculturales es importante defender los derechos de las minorías, frecuentemente hostigadas y discriminadas. También lo es apreciar los beneficios que aportan los inmigrantes.
Es indispensable promover una educación para la diversidad para desarrollar conocimientos y aptitudes interculturales en la juventud, y el aprendizaje durante la vida para fortalecer las bases comunes de la convivencia. Eduquemos para los derechos humanos, la ciudadanía y el respeto del otro; para la comprensión mutua y el diálogo intercultural; para la enseñanza "mediática" y la de religiones y creencias; para el diálogo en y entre religiones.
Adquiramos conocimientos interculturales enseñándolos a nuestros ciudadanos y creemos estrategias urbanas para el diálogo intercultural. Necesitamos políticas para la juventud, basadas en la igualdad de oportunidades. Impliquemos a la sociedad civil entera, juventud, líderes religiosos y medios de comunicación.
La Alianza de Civilizaciones aborda las divisiones en y entre comunidades, las "musulmanas y occidentales" especialmente, para promover políticas de gobernanza democrática de la diversidad basadas en un paradigma de respeto a las diferentes culturas y religiones. Pretende desarrollar y profundizar, priorizándolo, el diálogo intercultural en las relaciones internacionales.
Las luchas culturales y políticas evidencian la oportunidad de este enfoque estratégico y la necesidad de políticas novedosas a distintos niveles. De aquí que haya que apostar por la gobernanza democrática de la diversidad en un mundo complejo donde las percepciones polarizadas se nutren de estereotipos y prejuicios, pero también de realidades y de conflictos políticos. Para reducir la división entre sociedades musulmanas y occidentales habrá que resolver previamente algunos de esos conflictos. Pero incluso resueltos, persistirán la suspicacia y la hostilidad que fracturan las sociedades a lo largo de divisiones culturales y religiosas.
Hay unanimidad respecto del profundo foso de percepción que separa a occidentales y musulmanes. Visto en términos de oposición entre dos supuestos bloques monolíticos, islam y Occidente, este foso alimenta más los estereotipos y la polarización, favoreciendo el extremismo. Sin embargo, la mayoría de los pueblos rechaza el extremismo y apoya el respeto de la diversidad. Tanto musulmanes como no musulmanes comparten idéntica preocupación sobre seguridad, estabilidad y paz. Millones de musulmanes temen ver a sus hijos ganados para el extremismo.
Para afrontar este problema es esencial desarrollar nuevas estrategias de promoción del diálogo interreligioso, en el marco de la gobernanza democrática de la diversidad cultural basada en los principios de universalidad de los derechos humanos y libertades fundamentales, igualdad de oportunidades, solidaridad económica y cohesión social.
La Alianza de Civilizaciones persigue cambiar las mentalidades en las sociedades divididas. Tenemos que sensibilizar a los actores políticos en la necesidad de invertir en políticas públicas relacionadas con la diversidad cultural y el diálogo intercultural, dirigidas a desarrollar conocimientos y aptitudes interculturales. Hagamos un frente común para superar las dificultades presentes y aprovechémoslo para abrir nuevas vías hacia un mejor entendimiento y una cooperación reforzada. Demos una oportunidad a un diálogo que, más allá de las palabras, obtenga resultados.
Jorge Sampaio, ex presidente de Portugal, es Alto Representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones.
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