Una movilización inflada que se les fue de las manos
Las asociaciones interpretan de manera distinta la Ley Ómnibus
Un minuto después de que se vote la Ley Ómnibus, Marina busca desesperada a una periodista. Se le agarra fuerte del brazo. "Se han cargado el trabajo de mi hijo, es mi ruina", grita. "Me van a embargar el piso". Llora, como lloran otros taxistas (hombres y mujeres) a unos metros del Congreso. Otros, como Gonzalo, se enfadan. Mucho. Tanto como para estar dos días de piquete, cuando ya no había convocatoria oficial. Ayer acudió muy temprano a la estación de Atocha para recibir a todo el que llegaba cargado al grito de "¡gumias, gumias!". Soltó una retahíla de males: su licencia (de más de 180.000 euros) ya no valdrá nada, van a legalizar a las furgonetas piratas, les van a quitar el trabajo...
"Es un movimiento para esconder los problemas que ha tenido la Gremial"
"Ha habido cierto grado de alarmismo infundado", asegura Movilla
Es difícil explicar qué esconde la maraña del artículo 21 de la Ley Ómnibus, que cada cual interpreta a su manera. Y los taxistas se echan a la calle, por segundo día, sin el beneplácito de sus asociaciones. Y sacan a los clientes a empujones, y vuelven a atacar a los vehículos de los que están trabajando.
El Gobierno sostiene que es una polémica falsa. No peligran las licencias, ni habrá una avalancha de furgonetas pirata ni la Ley Ómnibus "cambia absolutamente nada el régimen jurídico del taxi", señala José Luis Cachaceiro, secretario general de Transportes del Ministerio de Fomento. ¿Y por qué están los taxistas en la calle? "Se debe a una interpretación errónea o interesada de asociaciones", añade.
El PP, que votó en contra, mantiene que las protestas "sí tienen motivación", según el diputado popular Celso Delgado, que insiste en que la nueva ley sí supondrá problemas para el sector, y sí devaluará las licencias de taxi como teme Gonzalo.
El Gobierno y las asociaciones que no secundaron el paro -CTE y Uniatran, con un 45% de representatividad- aseguran que todas las gremiales conocían ya el martes, dos días antes de la movilización, que uno de los aspectos polémicos, el que permitía a las furgonetas moverse por todo el país, iba a ser retirado.
"Es un movimiento para esconder los problemas que ha tenido la Gremial del Taxi, con tres presidentes en dos años; la manifestación ha sido una cortina de humo", según Francisco Esteban, de Agetaxi, que estuvo en las reuniones en representación de la CTE.
La Gremial, asociación mayoritaria en Madrid, ha cambiado varias veces de dirigentes por orden judicial tras cruces de denuncias entre ellos. José Movilla entró como presidente en la reunión del sector con Fomento para calmar los ánimos. A la salida, quedó destituido por un auto judicial. "Ha habido cierto grado de alarmismo infundado", aseguró Movilla sobre las protestas espontáneas. Ayer salió pidiendo calma. Pero son los mismos que han dicho a sus socios (más de 9.000 en Madrid) que la ley iba a permitir un transporte "paralelo al taxi" que les quitaría parte de su sueldo.
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