Revolución musical
El proyecto Playing for Change, formado por 100 artistas de cinco continentes, encandila a más de 8.000 personas
Aquella canción empezaba diciendo: "No importa quién seas, ni dónde vayas en tu vida. En algún punto, todos necesitamos a alguien que nos apoye". Y con esta filosofía, la peculiar versión de Stand by me, interpretada por la banda Playing for Change -y descargada más de 16 millones de veces en YouTube- se convirtió en un símbolo del pacifismo y la convivencia. Anoche, este tema y otros clásicos hicieron que la sala Caja Mágica de Madrid palpitara con un mensaje de unión entre culturas.
Don't worry, Guantanamera, One love, Fannie Mae, Volando voy, Tenía tanto o Para que tú no llores cautivaron a unas 8.500 almas que habían acudido al concierto. ¿Quién no ha vibrado alguna vez al escuchar la versión de Stand by me que mezclaba voces, instrumentos y estilos de artistas tan diferentes como Grandpa, Elliot de Nueva Orleans, Pierre Minetti de Francia, Sinamuva de Suráfrica o Mahamed Alidou de Ghana? Curiosamente, los integrantes de la banda no se conocían entre ellos. Sólo tenían en común haberse cruzado en algún momento de sus vidas con el director Mark Johnson, que decidió reunir sus conciertos callejeros en el documento Playing for Change-Peace through music.
Con la convicción de que la música une corazones sin importar razas ni culturas, la banda internacional ofreció anoche un concierto acompañada por artistas consagrados como Rosario Flores, Antonio Carmona, Kiko Veneno y Nena Daconte, aunque han sido muchos más los que han colaborado en grabaciones de temas, desde Amaya Montero a Bono de U2, pasando por Alejandro Sanz, Pitingo y Raphael.
"Esto no es sólo música, es una revolución, ¡vaya si lo es! Vamos a hacer que la gente vibre y se sienta conectada como nos sentimos nosotros cuando tocamos", explicaba el violista Fiti, que anoche cambió sus calles de Barcelona por el escenario que compartía con Nena Daconte. Los integrantes de este grupo también combinaron entusiasmo y nervios a partes iguales poco antes de actuar. "Nos hemos implicado porque nos parecía una idea muy bonita reunir a la gente con la música. Y si además se hace con fines benéficos, mejor", señalaba la cantante Mai. Y es que la recaudación de los conciertos de Playing for Change se destina a crear escuelas de música en países subdesarrollados, a financiar proyectos de músicos callejeros o ayudar a la lucha contra el sida en África.
Como si fuera una Torre de Babel a pequeña escala, los intérpretes esperaron anoche su turno en un alborotado camerino donde compartían refrescos, frutas y notas musicales. Al otro lado de las vallas, jóvenes y no tan jóvenes esperaban pacientemente y comentaban los vídeos de la banda en Internet. "No podemos hablar o entendernos entre nosotros porque tenemos idiomas distintos, pero todos nos comunicamos a través de la música. Ésa es la filosofía del proyecto y es lo que queremos transmitir", explicaba el italiano Stefano Tomaselli antes de salir al escenario. Pierre Minetti, cantante y compositor francés, hablaba con humildad de su creación para la banda. El tema Don't worry se ha utilizado en campañas de televisión y sigue conmoviendo al público aunque él no lo sepa.
En las gradas, un joven hacía fotos y cantaba hasta desgañitarse las canciones más conocidas. "¿Sabes lo que sentía la primera vez que escuché Don't worry? Lloré. Se lo enseñé a mi padre en el ordenador y ahí ya lloramos los dos. Me pasa con muchos de los temas de Playing for Change; te mueven por dentro". Como él, todo el público se dejó las manos de tanto aplaudir y la garganta de tanto gritar para acompañar cada gesto y guiño de Clarence Bekker, procedente de Surinam y cautivador de masas con su vibrante voz, que sólo en ocasiones llegaba a eclipsar los instrumentos pero nunca por encima del solo de armónica de Grandpa Elliot. Gritos, aplausos y expectación hasta que llegó el ansiado himno que se hacía esperar: un Stand by me que conmovió de nuevo y esta vez en directo.
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