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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sobre una mecha

Los atentados masivos de esta semana en Irak son el cruel anticipo de las elecciones de marzo

Los brutales atentados múltiples de Bagdad esta semana (cinco coches bomba meticulosamente sincronizados) pueden considerarse sin mucho margen de error un sangriento anticipo de lo que puede suceder hasta el 7 de marzo, fecha de las primeras elecciones generales desde 2005. Unos comicios decisivos desde cualquier punto de vista, que se producirán meses antes del comienzo de la retirada estadounidense que, según los planes de Barack Obama, debe concluir a finales de 2011.

Irak ha dejado de ser el violento cementerio cotidiano de centenares de personas, pero todavía la cuota de sangre en el país árabe invadido es insoportable, como lo es su clima de terror. Los suníes, que comenzaron a luchar en 2003 contra el Ejército de EE UU, han perdido claramente la guerra civil librada contra la mayoría chií. Sobre sus pistoleros con diversas denominaciones y afiliaciones (baazistas, militantes de Al Qaeda) recae el protagonismo de la mayoría de unos atentados destinados a impedir la consolidación del Gobierno chií de Nuri al Maliki. Si para los suníes éste no protege suficientemente a la población, muchos chiíes, por el contrario, ven en las explosiones de terror indiscriminado la mano de una confabulación entre dirigentes suníes e insurgentes del mismo credo. El primer ministro implica a su vez a Gobiernos extranjeros (Irán y Siria, sin nombrarlos) en el fomento del caos. Acusaciones a todas las bandas que persistirán mientras un país tan roto como Irak no empiece a funcionar como Estado, en vez de ser un rompecabezas confesional y tribal donde la pertenencia a credo o clan resulta decisiva política y personalmente. Si los fanáticos aterrorizan a los iraquíes tanto como para que no voten en masa, el Gobierno de marzo verá menguada su legitimidad y se convertirá en nuevo altavoz de querellas sectarias.

Al Maliki promete a los iraquíes mayor seguridad y desarrollo económico. Lo primero es poco probable a corto plazo. De lo segundo hay un esperanzado atisbo en el hecho de que los ejecutivos de las grandes petroleras hayan acudido blindados a Bagdad para participar de la subasta de algunos de sus grandes yacimientos. Irak, con miles de millones de barriles de reservas probadas, quiere convertirse en pocos años en el tercer productor mundial de crudo, cuadruplicando sus actuales dos millones y medio de barriles diarios. Esa fortuna debe ser la palanca que le ayude a salir de su agujero negro.

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