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Columna
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La justicia es un cubo

En Navidad vuelven los fantasmas para sentarse en las sillas vacías de las cenas de Nochebuena, en las que según pasan los años cada vez sobran más copas de champán. Hablando de historias fantasmagóricas, el domingo hubo una pequeña concentración en la Puerta del Sol en apoyo de la activista saharaui Aminetu Haidar, expulsada por la dictarquía, monadura o como quieran llamarla, marroquí de El Aaiún, bajo los cargos terribles de haberse atrevido a escribir su nacionalidad fantasma en un documento oficial y, para redondear el triángulo, acogida por España en calidad de no se sabe qué, tras haber sido embarcada en un avión sin documentos de ninguna clase y, se supone, tras recibir el comandante de la nave una orden igual de fantasma de alguien de arriba, pero quién y por qué. El caso es que Haidar está aquí, y en Madrid se suceden los actos de apoyo a su lucha, supongo que no a su huelga de hambre, como una pequeñísima concentración, convocada por algunos estudiantes de la Universidad Complutense, que se montó hace un par de días en la plaza de España y que era emocionante justo por su modestia: cuatro o cinco velas rojas en el suelo, un par de banderas del Frente Polisario, un micrófono y un pequeño altavoz. Juan Urbano, que pasaba por allí, se sintió conmovido por la humildad de aquel acto al que, cada cierto rato, se sumaba algún paseante cargado de bolsas y capaz de aguantar el frío.

Madrid es una ciudad de derechas, pero solidaria por ser lugar de acogida

Madrid es una ciudad de derechas pero solidaria, lo segundo sin duda por ser un lugar de acogida, acostumbrado a ser un imán que atrae a muchas personas que ven en el prestigio de su nombre una posible oportunidad. Ahora que el centro no está en ninguna parte, lo cual sería una catástrofe para las matemáticas, la arquitectura y el dibujo técnico, pero está muy bien en el mundo, no deja de ser curioso el poder simbólico que la capital de España, con perdón, conserva para algunas cosas y en algunos momentos escogidos, por ejemplo cuando se trata de acabar el año en el kilómetro cero, que según las nuevas carreteras autonómicas tampoco existe, o cuando hay que hacer algún acto como el del apoyo a Haidar, que no está aquí, sino en Lanzarote, como José Saramago, que es uno de los intelectuales por quienes más respeto siente Juan Urbano, que acaba de llamarme para decir que si Haidar se muere será un desastre, entre otras cosas porque significará que todas las personas que la apoyamos no hemos sido capaces de convencerla de que matarse es una forma bárbara de seguir luchando y que preferimos los héroes a los mártires.

La Justicia es ciega porque tiene que ver lo que no está a la vista, y eso hace que necesite muchos ojos. No sé si la mirada con que el juez que dice que quiere alimentar por la fuerza a Haidar tal y como mandan nuestras leyes, y que ha ido a visitarla algo intempestivamente a Lanzarote, es un buen ejemplo de percepción; pero en cualquier caso, la Justicia, que tan atascada está en todas partes, quiere hacerse más eficaz en Madrid, y para ello, para que no se escape nada, se prepara un segundo Campus de la Justicia en miniatura, que en realidad no es más que un recurso, un eco del auténtico, el que se anunció tantas veces que se iba a construir en Valdebebas y nunca se ha llegado a hacer, antes por falta de oportunidad y ahora por falta de presupuesto. Como no podemos construir, vamos a concentrar en lo ya construido, y eso es lo que ha anunciado el consejero Francisco Granados, que a partir del año próximo se concentrarán los juzgados en un edificio del Ejecutivo regional, en el número 3 de la calle de la Princesa, en la llamada plaza de los Cubos. El día de Nochevieja, que es el momento de los buenos propósitos y los deseos de futuro, le tendremos que pedir al año 2010 una justicia más eficaz, menos sectaria, más rápida, menos politizada, más independiente... Que los cubos empiecen a rodar. Que Haidar no se muera. Que las velas rojas no se apaguen, porque hablan de una ciudad en la que siempre hay alguien dispuesto a dejar las luces encendidas.

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