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Albergues llenos antes de las heladas

Un tercio de las personas sin hogar no utiliza los alojamientos municipales - Los centros para personas sin hogar están prácticamente llenos, aunque aún no aprieta el frío - Las esperas para entrar se alargan hasta la medianoche

José Manuel Sánchez se calienta las manos con el aliento. Son las diez de la noche y hace fresco a las puertas de Mayorales, uno de los albergues para personas sin hogar de la campaña municipal contra el frío, iniciada hace dos semanas. Dentro de unas horas calará una fina lluvia y la temperatura bajará hasta cuatro grados. Sánchez, en paro desde hace 13 meses, lleva tres noches durmiendo a cubierto en el centro. Aunque advierte que allí "no te puedes fiar" y que la segunda noche le robaron "un manos libres de 20 euros", ni se le ocurre quedarse en la calle. "Por desgracia, ya la he tocado bastante". Cuenta que en Oviedo, hace unos meses, le rociaron con gasolina mientras dormía. Que su amigo, "menos mal", estaba despierto y le avisó a tiempo. "Como yo hay muchos", repite. Lo repite también cuando explica que tiene una enfermedad de páncreas causada por el alcohol. "Ya lo he dejado. Ahora estoy en tratamiento psiquiátrico". Afirma que le han diagnosticado un trastorno bipolar.

"No puedes fiarte, ayer me robaron mientras dormía", afirma un usuario
Unos 550 de los 1.800 indigentes pasan el invierno al raso

Las plazas extra de albergues que abre el Ayuntamiento durante el invierno (ahora son 309, la semana que viene serán 130 más) se han llenado. De momento, al 97% las de hombres y al 75% las de mujeres. Un total de 247 usuarios, de los que 202 han sido varones. El frío del año pasado, que por estas fechas ya alcanzaba los cinco grados bajo cero, saturó los recursos municipales. Varios solicitantes se quedaron en la calle.

"Parece que ha funcionado un poco mejor", afirma el portavoz del programa de atención a personas sin hogar de la ONG Acción en Red Madrid, Enrique Cuesta. Lo achaca a que todavía no aprieta el frío. Aun así, explica, los días de lluvia a los indigentes les ha tocado hacer fila al raso en Mayorales, el centro de referencia para muchos. Los últimos en llegar tienen que aguardar, cuando se agotan las camas, a que les lleven a otro albergue. La espera se ha alargado algunos días hasta la medianoche.

El sábado pasado apenas había fila. Sánchez charlaba con dos compañeras a las puertas de la sala donde duermen ellas. El albergue de la Casa de Campo tiene 57 camas para hombres y 30 para mujeres. Éstas, según el último estudio llevado a cabo durante los recuentos que hace el Ayuntamiento a pie de calle en cada campaña, representan el 10% de las personas sin hogar en la capital. Una de las mujeres tiene 24 años y explica que espera plaza en un centro de acogida. Está embarazada de un mes y denunció a su marido tras la última paliza. Evita dar su nombre por miedo a que la encuentre. La otra es algo mayor y ha acudido con su pareja. Los dos estuvieron "enganchados". Ahora intentan dejarlo. "Como muchos", que diría Sánchez. O como el 40% que presentaban síntomas de consumo de alcohol o drogas o problemas mentales, según el último estudio municipal.

Los tres usuarios se acuestan pronto. Las normas mandan madrugar para llegar al desayuno y la ducha antes de que cierre el albergue. "Las mujeres tienen agua caliente, pero nosotros no", lamenta Sánchez. En realidad es que son muchos y el agua caliente se gasta, explica Cuesta. "El problema es que las instalaciones están obsoletas y el Ayuntamiento no invierte en estos centros". Ésa es, en su opinión, una de las razones por las que unas 550 de las 1.800 personas sin hogar que hay en la capital siguen pasando los inviernos en la calle. Otras de las que mencionan los indigentes son la lejanía de los centros, la imposibilidad de acarrear hasta ellos sus pertenencias o de llevar mascotas. Y que no se adaptan a las normas. "No sólo importa el número de plazas", afirma Cuesta, "sino la calidad y el modelo".

Minea, Manuel y Agustín (de izquierda a derecha) muestran sus cartillas para cenar en el comedor de Casa de Campo.
Minea, Manuel y Agustín (de izquierda a derecha) muestran sus cartillas para cenar en el comedor de Casa de Campo.CARLOS ROSILLO
Cuatro personas, del medio millar que pasan las noches de invierno en las calles de Madrid, cuentan su historia.Vídeo: Á. Á. RICCIARDELLI / A. BERDIÉ

Dormir a cubierto

- Alojamiento en la Casa de Campo. Abierto desde el 25 de noviembre, tiene 57 plazas para hombres y 30 para mujeres.

- Centro de Acogida de Extranjeros. Casa de Campo. Abierto desde el 27 de noviembre, con 30 camas.

- Alojamiento de Emergencias, CEMUS. En la calle Rafael Alberti. Desde el 1 de diciembre ofrece 60 plazas.

- Villa de Vallecas. Abrirá sus 130 camas el próximo día 14 de diciembre.

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