Con las manos en la caja
No es lo mismo gobernar con mayoría absoluta que en coalición. Gobernar en coalición exige estar pactando siempre, ese gobierno mixto puede que represente mejor a la sociedad aunque suele afectar a la estabilidad e impedir que se asuman las responsabilidades de gobernar. Núñez Feijóo tiene mayoría absoluta.
Hasta hoy nuestras cajas de ahorro no rindieron cuentas a nadie, ni siquiera a nuestros gobernantes. Hemos visto como los presidentes de la Xunta se situaban por debajo de los presidentes de las cajas y otras figuras, los poderes fácticos del país parecían los únicos poderes reales. Los presidentes peregrinaban a sus sedes a fotografiarse y rendirles pleitesía. Núñez Feijóo, que fue vicepresidente con Fraga y respetó esas reglas del juego, parece ahora decidido a ser quien reparta cartas. Sigue mostrándose tutelado por la prensa local y madrileña que apostó por él en la campaña, pero en lo tocante a las cajas, aprovechando la crisis y el reordenamiento financiero, está siendo un presidente ejecutivo. Las está situando en un lugar en la realidad y en la sociedad más humilde y apropiado, ejerce el poder político que le dió la sociedad. ¿Cómo interpretar esto?
Feijóo sigue tutelado por la prensa local y madrileña que apostó por él El presidente de la Xunta cuestiona nuestra identidad colectiva
No se puede interpretar si no es el contexto histórico de nuestra autonomía, si no tenemos en cuenta esa efemérides que nadie muestra interés en celebrar y que cité aquí el pasado domingo, A Aldraxe, la gran movilización nacional del 4 de Diciembre de 1977 que nos confirmó como nacionalidad y que nos ganó el derecho al autogobierno. Con nuestra movilización abrimos también la puerta a la autonomía primero de Andalucía y luego de todos los territorios del Estado. Abrimos la puerta y nos quedamos en ella, ni dentro ni fuera, ni nacionalidad ni región. Demostramos entonces conciencia de identidad colectiva y cierta dignidad pero fuimos incapaces de emprender un proyecto de construcción nacional. Conseguimos un barco, la autonomía de una nacionalidad histórica, y embarcamos a bordo pero no tuvimos armadores, patrón, capitán, timonel... No hubo viaje ni marea, el barco permaneció todos estos años fondeado en el puerto.
Tampoco ahora la habrá, nadie se engañe. Núñez Feijóo no es tampoco capitán del barco gallego, no se va a jugar su carrera política a esa carta porque él no está jugando en esta mesa. Para Jordi Pujol, o Pascual Maragall, por ejemplo, no hay nada más importante que ser presidente de su país porque viven la historia y se realizan en ella a través de Catalunya, pero para Núñez Feijóo éste es un paso más en la típica carrera de político de origen gallego que circula a través de las venas del estado. El que busca un hueco en Madrid y se mueve con la astucia necesaria para no perjudicar el futuro. A galleguiños, no hay quien nos gane, Madrid y la administración del estado están infestados de gallegos, desde la justicia, a las cajas y la banca o a los ministerios. Lo curioso es que eso no despierta recelo allí y ni siquiera es percibido, ¿por qué? La respuesta es simple, son gallegos de marisco, cocido y alguna gracia retranqueira, pero son serviles a una política de estado que lleva siglos marginando a su tierra. Renunciando a ser ciudadanos gallegos se benefician de una carrera profesional en la administración sin obstáculos.
¿Núñez Feijóo sometiendo las cajas al poder político y defendiendo una caja gallega está siendo galleguista? No. El galleguismo es un proyecto de emancipación nacional para que Galicia se recupere, se dirija a si misma y afronte sus problemas y dilemas y se basa en el autoreconocimiento como un país, un ente cívico nacional. Núñez Feijóo cuestiona nuestra identidad colectiva a pesar de estar reconocida jurídica y políticamente por la Constitución, la única identidad colectiva que reconoce es la que proporciona el estado, con su cultura centralista y homogeneizadora castellana con incrustaciones étnicas flamencas. Lo que Feijóo hace es lo que haría un Rodríguez Ibarra o cualquier presidente de una autonomía regional que consigue someter los resortes de poder locales al poder político autonómico. Hemos permanecido en la puerta todos estos años, sin entrar al espacio de las naciones pero sin salir, ahora nos están sacando fuera. Eso sí, lo hacen de modo muy profesional. Seremos una autonomía regional más; eso sí, las hay que funcionan razonablemente.
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