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La Xunta envía a Moisés a un centro de menores pero admite que no está obeso

"Entero, sin traumas aparentes y más fuerte que gordo". Así encontró ayer el delegado de la Xunta de Galicia en Ourense, Rogelio Martínez, a Moisés, el niño orensano de 10 años diagnosticado con obesidad mórbida a quien sus padres mantuvieron casi un mes y medio oculto, con la ayuda de otros familiares, para evitar el internamiento en un centro de menores decretado por la justicia. Ayer, tras días de aumento de la presión policial y jurídica sobre la familia, los progenitores decidieron ponerlo a disposición de la Xunta, que tiene su tutela legal desde mediados de octubre.

El pequeño se presentó a media mañana, acompañado de sus abuelos, en un hospital privado de la ciudad para someterse teóricamente a un análisis médico. En cuanto puso el pie en el centro sanitario, la policía autonómica se hizo cargo de él y lo trasladó al centro de menores de A Carballeira, en donde apenas formalizó el trámite del ingreso. Un par de horas después, el niño era ingresado en el complejo hospitalario de Ourense, en donde permanecerá "el tiempo que sea necesario", sometido a análisis físicos y psicológicos.

El estado de salud del menor determinará, según afirma el delegado de la Xunta, si permanece en el centro de menores, "que podría ser en régimen diurno", o incluso si se lo entregan a sus abuelos en calidad de familia de acogida. El representante del Gobierno gallego en Ourense no sólo habló ayer con el pequeño, sino también con su abuelo, "que entiende perfectamente que lo único que queremos es que el niño se cure; no arrebatárselo para quedarnos con él".

La presencia del menor en el centro privado fue la fórmula escogida para evitar que la policía tuviera que hacerse cargo de él a la fuerza. "El niño estaba ya perfectamente localizado" en la vivienda de unos parientes en Pontevedra, sostiene Rogelio Martínez para explicar la decisión de los progenitores de entregarlo de forma voluntaria.

El delegado del Gobierno gallego en Ourense afirma que una vez que el menor -que con menos de 9 años pesaba 80 kilos- establezca una pauta en su dieta que lo aleje de la morbilidad que le fue diagnosticada, podrá volver a su casa."Ya sea un año o un mes, sólo queremos que todo vuelva a la normalidad cuanto antes y que deje de tener riesgos tan importantes para su vida como ha tenido hasta ahora", afirma Rogelio Martínez. El delegado de la Xunta en Ourense lamenta el "episodio" de la ocultación del menor desde que, a mediados de octubre, la Xunta asumió su tutela, ratificada por un auto judicial. "Un viaje muy largo para llegar al principio", lamenta el delegado.

Sin embargo, la resistencia de los padres podría costarles el ingreso en prisión. Luis Montoya y Margarita Gabarres siguen incursos en el proceso abierto por las denuncias presentadas por el fiscal, que les imputa los delitos de desobediencia a la autoridad, ocultación de menor y abandono.

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La Fiscalía anunció que presentaría la querella contra los padres el 4 de noviembre. Entonces les advirtió de que era la última oportunidad que tenían para entregarlo antes de comparecer ante el juez. Pero no lo entregaron. Tampoco cuando comparecieron por primera vez ante el titular del juzgado que instruye la causa. Éste les dio, el 10 de noviembre, cinco días para que apareciera el pequeño. Los padres se resistieron también a desvelar el paradero la semana pasada, cuando sobre ellos pesaba ya la querella por otro posible delito, el de abandono, derivado del absentismo escolar del niño.

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