El juez con más pueblos
El titular de Torrelaguna controla el partido judicial más amplio de la región
Un pequeño despacho en la partera trasera del edificio es el habitáculo de que dispone Juan Manuel Larios Aleixandre. Este juez de 37 años se encarga del partido judicial más pequeño de la región. El más pequeño en número de personas (unos 26.000 habitantes), pero el más numeroso en municipios, con 43 pueblos, todos en la zona norte de la región. Su base de operaciones está en Torrelaguna, pero su jurisdicción llega hasta el límite de la Comunidad de Madrid, en Somosierra. A su cargo tiene a 12 funcionarios con los que tramita una media de 4.000 casos al año, una cifra similar a la de sus colegas con la misma función.
Juan Manuel Larios habla despacio y en voz baja. Es parte de su timidez. O de la autoridad propia de un juez. Ingresó en la carrera judicial en 2004. Tras dos años en prácticas en Barcelona y en Madrid, lleva en Torrelaguna tres años y cuatro meses. Este tiempo, que podría sonar a condena, le resulta poco al titular del juzgado único de Torrelaguna. Pero en este periodo se ha tenido que enfrentar a todo tipo de casos. Algunos resultan muy paradójicos para una región eminentemente urbana. "En la parte de Civil, tengo bastantes casos de personas que reclaman unas lindes o el uso de una pequeña parte de una parcela o unos terrenos. Y es un trabajo muy difícil, porque no suelen estar registrados esos usos o servidumbres. A veces hay que acudir a las personas más mayores de un municipio", plantea el juez Larios. "Otras veces es necesario descifrar documentos de principios del siglo XX, con la letra tan rara y difícil que se utilizaba entonces", apostilla.
Larios calcula que recorre unos 30.000 kilómetros al año por carretera
A veces, para los pleitos de lindes, hay que preguntar a los mayores del pueblo
Su primer caso en el juzgado fue un robo en una vivienda habitada
Trabaja por la tarde en casa en la redacción de las sentencias
Al ser juez único, Larios tiene que hacer de todo. Desde juicios rápidos por violencia de género a vistas por faltas, pasando por diligencias previas o levantamiento de cadáveres, además de autorizar entradas y registros a domicilios. "Las guardias pueden ser muy complicadas, porque al mismo tiempo que se pasa a un detenido se celebran juicios civiles. A algunos levantamientos no voy yo directamente, salvo que se trate de una muerte violenta. En los demás casos va el forense y él se encarga de todos los trámites", afirma el titular del juzgado.
Al tener un partido judicial tan amplio, hace miles de kilómetros por carretera al año. Calcula que más de 30.000, incluidos los desplazamientos desde su domicilio en la capital. Alguna vez requiere a la Guardia Civil que le lleve a las zonas que tienen peor acceso o a las que no podría llegar en su coche. "Este enero, cuando cayeron las nevadas tan fuertes, tuve que llamar a la Guardia Civil para que me trajera al juzgado. Teníamos un detenido y con la que había caído no llegaba", explica. "El problema para desplazarse no son las distancias, sino las carreteras. Son trayectos más o menos largos y casi siempre por vías con muchas curvas y con puertos, lo que obliga a ir despacio", añade.
Su puesta de largo fue un caso difícil que trajo a los alcaldes de la zona norte en jaque durante meses. Se trataba de una banda de rumanos que se dedicaba a robar en los edificios públicos de la zona norte y se llevaba los ordenadores. La Guardia Civil estuvo meses tras estos ladrones y el juez tuvo que hacer gran parte de la instrucción del caso.
Un día de trabajo de Larios comienza a las nueve de la mañana en el juzgado. A partir de ahí, puede tener muy diversas funciones. "Unos días celebramos juicios rápidos. Otros, casos de Civil. Pero todo eso cambia en función de que haya cosas urgentes como detenidos u homicidios", destaca. Encima de su mesa se ven legajos con carpetas de diferentes colores en los que se puede leer "causa con preso" y a renglón seguido la calificación previa: "Asesinato", "robo con fuerza"... Así hasta cinco o seis variantes.
La jornada en el juzgado termina hacia las tres de la tarde, cuando cierra el edificio. Pero la mayoría de los días Larios sale de la sede judicial con trabajo. Se lo lleva a casa para redactar las sentencias, lo que le puede llevar entre dos o cuatro horas. "Siempre que no sean muy complicadas. Eso sí, son muy raros los casos en los que hay muchos implicados", reconoce. Redacta las sentencias en casa si se lo permiten sus obligaciones o su hijo de dos años. "Se trabajan muchas más horas de las que estamos en el juzgado. Además, hay que leer mucho y estar muy al día de todas las sentencias y la jurisprudencia", asegura el juez de Torrelaguna.
-¿Prefiere, Civil o Penal?
-El Derecho Civil es mucho más difícil, porque hay que tener en cuenta muchos detalles, pero el Penal es una materia muy sensible. El decidir si se priva a una persona de libertad y se le manda a la cárcel se hace de manera muy rápida e inmediata y necesita ser muy valorado.
Larios no quiere cambiar de juzgado. Pese a la carga de trabajo, se siente satisfecho de poderse quedar en la región. "Soy de Madrid, al igual que mi familia, y no quiero irme fuera", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.