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Columna
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Videncia gallega

Si algo tiene de malo la era digital es que ya no se pueden guardar recortes de prensa que redescubrir amarilleados por el tiempo. Sí, siempre se pueden guardar en el disco duro los archivos y anuncios de los periódicos digitales, pero estos no amarillean: o se quedan igual o se borran y eso les hace perder la gracia. Hay incluso un artefacto perverso que, salvo en el caso de hacerle una foto a la pantalla de la tele, niega hasta esta triste posibilidad. La TDT, la televisión digital terrestre, que tiene unas siglas que se parecen a las de TNT o las de la TIA, los Técnicos de Investigación Aeroterráquea de Mortadelo y Filemón, ofrece la posibilidad ciertamente agravante del teletexto, un medio de comunicación surrealista, lento y telegráfico plagado de sospechosa publicidad en las televisiones públicas. En la primera página correspondiente a TVE del susodicho invento, aparece estos días un anuncio intercalado entre los titulares sobre el Alakrana o la visita de Obama a los pingüinos del Polo Sur. Se perderá sin remedio, ¡lástima!, en nuestra memoria pero dice literalmente: "¡Videncia gallega y gitana!". La posibilidad de que la mismísima Faraona nos lea la mano desde el Más Allá, codo con codo con Rosalía de Castro invocando meigas y demás quimeras, aterra lo suficiente como para no arriesgarse a echar un vistazo: con el encabezamiento nos basta y nos sobra.

¿Touriño se volverá a presentar a las elecciones gallegas o preferirá las somalíes?

Si Galicia ha llegado a la excelencia de la raza calé a la hora de predecir el futuro (no se tome esto como una chirigota: es un hecho que lo bordan) será que un cambio radical ha llegado a nuestro proverbial fatalismo. Ya no nos resignamos: ahora queremos saber qué es lo que se nos viene encima y además exportamos al extranjero nuestra capacidad visionaria sobrante, tal y como hacemos con la energía eólica y los vertidos de petróleo. Es una optimización de recursos en tiempos de crisis que puede aportar sustanciosos dividendos a nuestro producto interior bruto, nunca sea mejor dicho. Aquí es donde está el misterio. Las gitanas que leen la mano a los turistas alrededor de la mezquita de Córdoba en realidad lo que hacen es mirar a la cara del sorprendido viandante y le adivinan todo su presente y su porvenir (el pasado para qué) en un alarde de perspicacia psicológica. La pregunta, por lo tanto, sería: ¿puede un gallego someterse a la videncia gallega sin desconfiar? Y, como Hernández y Fernández, aún diríamos más: ¿cómo es la videncia gallega vía teletexto, teléfono móvil o Internet?

Menudencias tecnológicas aparte, es así que los gallegos siempre tuvimos dudas sobre todas las cosas y los no gallegos sobre nosotros. Ahora estamos en un momento histórico. Quizá la recién estrenada videncia autóctona pueda esclarecer varias de las incógnitas que nos depara el futuro. Por un módico precio sabremos, por ejemplo, si Núñez Feijóo se casará algún día y si lo hará en la catedral de Santiago; si la Cidade da Cultura se derrumbará por si sola o se convertirá en el Faro de la Sabiduría de Occidente; si el AVE viajará a más o a menos de 300 km/h sobre el Bosque Animado de la Fraga de Cecebre; si la ciudad herculina será A, La o The Coruña de forma definitiva; si llegará el día en que los agricultores paguen por cultivar patatas en Xinzo o cobrarán en chips de McDonald's; si Touriño se volverá a presentar a las elecciones gallegas o preferirá las somalíes; si habrá otro referéndum sobre el gallego repartido en los centros escolares y quién lo ganará; si tendremos una sola caja de ahorros o si tejeremos en Camariñas un Gran Calcetín Pangalaico; si habrá angulas para todos estas navidades... En todo caso, si esto va de veras, nuestra resignación quizá siga siendo la misma pero por lo menos no viviremos en la ignorancia. Habremos adelantado por el arcén al descreído gobierno central y a todos los papahostias y jodechinchos que no vieron la crisis desde Wall Street. Como es bien sabido, la superchería de hoy es la ciencia del mañana. Y, además, las profecías de antaño ya no nos valen. Nostradamus: estás acabado.

Este país necesitaba visión de futuro y ya la tiene. La videncia gallega está aquí para quedarse.

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