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Columna
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Irresponsables

Desde la aparición del caso Gürtel, la vida política valenciana se ha convertido en un sobresalto continuo del que ignoramos su fin. No transcurre semana sin que un suceso u otro se convierta en motivo de polémica y acapare la atención de la prensa. Estos sobresaltos se producen, curiosamente, en un momento donde la actividad del Gobierno alcanza unos mínimos alarmantes. La pregunta de si existe hoy un gobierno efectivo, que se ocupe de los asuntos de la Comunidad Valenciana cabe formularla con toda propiedad. ¿Existe ese gobierno? Las respuestas, hay que presumir, irán al gusto de cada cual; pero la sensación predominante es que aquí no se gobierna: se improvisa sobre la marcha.

En este contexto, muchas personas han considerado una irresponsabilidad las declaraciones de Gerardo Camps sobre la situación económica de la CAM. No es para menos. Por fortuna, los ciudadanos no han dado ningún crédito a las palabras del consejero de Economía. De otro modo, hubiéramos visto formarse largas filas de clientes ante las oficinas de la Caja, dispuestos a retirar sus ahorros. Es evidente que Gerardo Camps ha actuado con ligereza en este caso, pero su conducta no constituye una novedad. ¿No fue una inconsciencia el modo en que planteó el tema de la fusión de las cajas en el primer momento? ¿No es una frivolidad que, al día de hoy, el consejero de Economía carezca de un plan de actuación en este asunto?

Una de las características del actual gobierno valenciano es su irresponsabilidad; junto a la inclinación por los espectáculos de masas, constituye el rasgo diferenciador más acusado. Si miramos hacia atrás y reconstruimos la historia de los últimos años, ¿qué vemos? Mientras la construcción marchaba viento en popa, nadie quiso percatarse de ello. El Gobierno actuaba frívolamente; se sucedían las exageraciones, las extravagancias, se multiplicaban las incongruencias. Pero estábamos demasiado ocupados haciendo dinero para prestar atención a cuanto sucedía.

Visto con la perspectiva que da el paso del tiempo, ¿no fue una irresponsabilidad el trato que dispensamos a los parlamentarios europeos que vinieron a interesarse por las denuncias sobre nuestro urbanismo? ¿Podía preocuparnos la falta de una política industrial cuando un PAI multiplicaba por diez el beneficio que daban varias fábricas? ¿No fue irresponsable permitir que alcanzásemos una de las tasas más altas del país en abandono escolar? Los empresarios alicantinos que ahora se muestran tan alarmados por la fusión de la CAM, ¿qué dijeron cuando el Gobierno valenciano obligó a la Caja a participar en la insensatez de Terra Mítica?

Convendría decir un par de cosas a propósito de las últimas manifestaciones de los empresarios alicantinos. No sé si tiene sentido, en unos tiempos de economía globalizada, continuar hablando de la CAM como la caja de ahorros de la provincia de Alicante. Desde luego, la Caja tiene una innegable carga simbólica en la provincia que ella misma ha cultivado, en una política comercial muy inteligente. Pero desconozco cuál es el peso real de la CAM en el tejido económico de Alicante. Mientras no se conozcan las cifras, continuaremos discutiendo de emociones. Por otra parte, si hemos de juzgar por los nombres que una y otra vez se repiten en la prensa, lo que llamamos sociedad alicantina no va más allá de una docena o docena y media de empresarios. Otorgar a estas personas -por más que su relevancia no admita duda- la representación de toda una provincia, quizá resulte excesivo, aunque a ellos pueda halagarles y, sobre todo, convenirles.

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