Los aprendices de Galileo
La Sociedade Galega de Historia Natural enseña a los escolares de Ferrollos secretos del universo en el Año Internacional de la Astronomía
Desde Mougá, a las afueras de Ferrol, en los días claros se pueden ver los acantilados del cabo Ortegal. Por las noches, cuatro lunas de Júpiter. Cada semana, la Sociedad Galega de Historia Natural (SGHN) de Ferrol pone su gigantesco telescopio al servicio de los ojos más curiosos para mostrar a los escolares las maravillas del universo nocturno. Forma parte del programa de actividades con el que esta pequeña entidad cultural y ecologista quiere celebrar este Año Internacional de la Astronomía que conmemora los descubrimientos de Galileo Galilei. Hace 399 años, una noche de enero, este astrónomo italiano dirigió su telescopio casero hacia el cielo de Venecia. Contó cuatro lunas orbitando alrededor de Júpiter y las bautizó como Ío, Europa, Calixto y Ganímedes, conocidas como los satélites galileanos. De su observación, dedujo que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés como se creía. Este descubrimiento fue su condena. La Inquisición lo sentenció por hereje a vivir en silencio y bajo arresto domiciliario sus últimos años.
A los niños les interesa saber más sobre el horóscopo y los astros
Se quedan atónitos al saber que el sol se apagará dentro de millones de años
Cuatro siglos después, un grupo de 18 alumnos de 1º de la ESO del IES de Canido localizaron y observaron entusiasmados el baile de los mismos cuatro astros que avistó Galileo en 1610. Hoy, al planeta anaranjado se le conocen 63 satélites. Con el telescopio de la SGHN sólo se ven con claridad los de Galileo. Cuatro puntos brillantes colocados alrededor de Júpiter, el quinto planeta de sistema solar. También el más grande y el más brillante. A simple vista, a través de este armatoste de dos metros con un espejo reflector de 400 milímetros, también se aprecian las franjas anaranjadas y rojizas de Júpiter, el planeta que, según los científicos, quiso ser una estrella y fracasó.
Hace dos semanas que la SGNH de Ferrol propuso al Ayuntamiento realizar talleres de astronomía en el aula ambiental Reciclaterra de Mougá, un monte elevado de la parroquia de Esmelle alejado de las luces de la ciudad. En dos días, los colegios agotaron el cupo de la excursión astronómica para descubrir "los secretos del cielo del invierno" en 14 sesiones que finaliza en febrero. Con los 3.000 euros que aportó el gobierno local se paga el bus escolar que lleva a los niños hasta este observatorio improvisado. Los monitores de la Sociedade, Paulino Gasalla y Xosé Araújo, donan su tiempo y sus conocimientos "por amor al arte del cielo", dicen.
Los niños hacen cola en el telescopio y apuntan con el dedo al firmamento tratando de localizar Casiopea, Vega de Lira o la Estrella Polar, que a ratos, se van escondiendo entre las nubes. Dentro del aula, se proyectan imágenes de galaxias, constelaciones, nebulosas, cúmulos estelares, supernovas, planetas y millones de estrellas: enanas blancas, rojas, amarillas o gigantes azules. "También hay una verde, que se sepa", apunta Gasalla.
"Esta clase es un poco rara", dice José Manuel, de 12 años. Pero Antón, el profesor de Ciencias, les pide que saquen el cuaderno y tomen buena nota. Cada uno tendrá que elegir una constelación y explicar su historia y características. Mientras, van admirando el brillo de Orión, Pegaso o el Ofiuco (el encantador de serpientes) y preguntan por el nombre de todas las Pléyades. Belén ya tiene claro que en sus deberes relatará por qué nuestra galaxia se llama Vía Láctea después de escuchar que para la mitología griega, la galaxia es la leche materna de la diosa Hera derramada cuando amamantaba a Hércules, hijo ilegítimo de su esposo Zeus.
El interés de los niños por el universo varía en función de su edad, explican los monitores de la SGNH, pero casi todos se quedan asombrados "porque algunos no saben que el sol es una estrella". Otros pasan, añade el profesor "pasan de esto y de todo". A los talleres astronómicos asisten niños de Primaria y Secundaria, de 7 a 16 años. Comparan la luna con "un huevo de pájaro" y preguntan por las constelaciones del Zodíaco. "Eres Acuario porque el sol pasaba por ahí cuando naciste", responde el monitor a una de las niñas.
Luego, se tropiezan con la física teórica y la inmensidad de unas distancias y dimensiones incomprensibles para casi todos. Sobrepasados por los años-luz, intrigados por la vida en otros planetas, los chavales se quedan atónitos cuando les anuncian que "el sol morirá" dentro de unos 4.000 millones de años con una gigantesca explosión que tragará este planeta azul que llamamos Tierra.
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