Obama se compromete a reforzar los lazos con Japón
El presidente expondrá hoy su estrategia en Asia, incluidos los derechos humanos
Ante la presión del nuevo primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, que reclama más independencia y protagonismo en sus relaciones con Estados Unidos, Barack Obama se comprometió ayer a "renovar y fortalecer" la alianza militar y estratégica entre los dos países, que ambos gobernantes consideran que sigue siendo el principal instrumento para garantizar la seguridad en Asia y en la cuenca del Pacífico.
Obama y Hatoyama decidieron abrir un proceso de negociación para actualizar los términos de un tratado que se aproxima al medio siglo de duración. En ese contexto, expresaron su voluntad de resolver lo más rápidamente posible las diferencias sobre la relocalización de una base de marines en Okinawa. Asimismo, acordaron mantener la colaboración en Afganistán, en la política frente a Corea del Norte y para el avance de proyectos contra la proliferación nuclear y el cambio climático.
Washington y Tokio buscan actualizar su alianza para la seguridad regional
El objetivo principal de la visita de Obama a Tokio, la primera escala de su gira por Asia, es, no obstante, el de revitalizar la implicación de Estados Unidos en este país después de años en los que Japón parecía haber quedado marginado de las prioridades estadounidenses y después también de que el nuevo Gobierno japonés expusiera su inquietud sobre la equidad de la relación.
"Le he dicho (a Obama) que la alianza entre Estados Unidos y Japón es la piedra angular de todo", declaró Hatoyama en una conferencia de prensa conjunta, "pero, tal y como están cambiando los tiempos y el entorno, me gustaría profundizar esa alianza y hacerla más constructiva y con la vista más puesta en el futuro".
Obama admitió que la nueva alianza bilateral debería reflejar el hecho de que tanto él como Hatoyama fueron elegidos por los ciudadanos bajo la promesa del cambio, y que, en ese sentido, "habría que encontrar la forma de renovar y actualizar nuestra alianza para el siglo XXI". "La alianza entre Estados Unidos y Japón es el fundamento de la seguridad y de la prosperidad, no sólo para nuestros dos países, sino para toda la región", aseguró el presidente norteamericano. "Esa alianza perdurará", añadió, "y nuestros esfuerzos se concentrarán en revitalizar nuestra amistad".
Después de varias décadas en las que Japón prácticamente ha delegado sus decisiones de política exterior en Washington, Hatoyama intenta que su Gobierno tenga a partir de ahora más relevancia. El nuevo primer ministro quiere conseguirlo, además, sin renunciar a la protección que los 48.000 soldados estadounidenses instalados aquí prestan a este país frente a las amenazas de Corea del Norte y la tentación de China de establecerse como potencia dominante.
Conciliar ambos intereses puede no ser fácil, como demuestra la polémica sobre la base de Futenma, cuyo traslado a otra zona menos poblada de Okinawa ha sido paralizada por el Gobierno japonés a la espera de encontrar una solución más satisfactoria. Hatoyama reconoció ayer que éste era un asunto difícil y que puede complicarse aún más si tarda en alcanzarse un arreglo.
Quedan, sin embargo, heredados del pasado, asuntos mucho más difíciles en las relaciones entre Estados Unidos y Japón, asuntos con apellidos memorables: Hiroshima y Nagasaki. Obama tuvo ayer que esquivar trabajosamente la pregunta de un periodista japonés que le pedía su opinión sobre la decisión de lanzar las dos bombas atómicas. Es posible que el presidente intente abordar de alguna forma el tema hoy en un discurso que ha sido presentado como el de la definición de la política de su Administración en Asia.
Se espera un hábil ejercicio de contorsionismo dialéctico, no sólo en relación con los ataques nucleares sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial, sino sobre otros desafíos que esperan a Obama en esta gira, especialmente el de los derechos humanos en varios Estados de la zona.
Obama se convertirá mañana en el primer presidente estadounidense que participe en una reunión de los líderes de la ASEAN y, como consecuencia, el primero en sentarse en la misma mesa con el primer ministro de Myanmar (antigua Birmania), general Thein Sein. Obama ha reabierto oficialmente el diálogo con el régimen militar de ese país después de varias décadas de incomunicación y bloqueo que no han servido para mejorar las condiciones de la población.
El discurso de hoy puede aportar también alguna luz sobre el punto de vista de Obama respecto a los problemas internos de China, país que visitará entre el lunes y el miércoles próximos. Fuentes oficiales han adelantado, por ejemplo, que el presidente de EE UU no hará mención alguna a la situación en Tíbet, a cuyo líder espiritual, Dalai Lama, se ha negado a recibir antes de visitar Pekín.
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