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'Galácticos' con impuestos de 'mileurista'

Joan Herrera

Después de años de insistencia, denuncia e incluso algún sarcasmo y mucha constancia en la actividad parlamentaria, hemos conseguido acabar con lo insólito: que extranjeros con sueldos millonarios, principalmente deportistas de élite, pagasen el mismo IRPF que personas con sueldos de 18.000 euros anuales.

El origen de esta normativa fue una reforma legal promovida en el año 2004 por el PP, con el apoyo de CiU, que suponía que los ciudadanos que, viviendo en el extranjero y pasando a tener residencia fiscal en España, tributaran en sus actividades económicas con un tramo único de IRPF del 24%, independientemente de lo elevado que fuera su sueldo, y durante un tiempo máximo de seis años. Nos dijeron que serviría para atraer a científicos, personal altamente cualificado y altos directivos con la inocente pretensión de que arrastrarían con ellos las sedes de importantes empresas transnacionales. Pero a finales del 2009 podemos afirmar con rotundidad que la ley ha fracasado. Y es que el valor añadido se crea con inversión y recursos, y no compitiendo con costes fiscales más bajos.

Con la reforma de la 'ley Beckham' nuestro modelo fiscal ganará autoridad

Pero lejos de lo anunciado, la ley Beckham acabó por cumplir otro papel: abaratar la carga fiscal de deportistas de élite y beneficiar injustamente a clubes de fútbol y a determinados futbolistas. Hace unos meses, la empresa Ernst & Young de Auditoría y Asesoramiento Fiscal, Financiero y en Transacciones realizó un estudio comparando la fiscalidad aplicada a los futbolistas profesionales. A pesar de la complejidad de algunos modelos y de muchas exenciones fiscales, que hacen que las tributaciones en cada Estado sean difíciles de comparar, la conclusión que se puede extraer es clara: los futbolistas extranjeros en España son los que pagan menos impuestos. Menos que en Italia, con un tramo máximo del 43%, menos que en Reino Unido a las puertas de pagar por un 50% y menos que en Alemania o Francia. El país que más se acerca es Holanda, y no por ello destaca la alta competitividad de la liga neerlandesa. Pero todos los argumentos valen: para algunos, el fin de los privilegios equivale al fin de la Liga, olvidando que los últimos éxitos del fútbol se basan en un equipo que ganó la Champions con un fuerte peso del fútbol de base y con sólo dos jugadores a los que se les aplicaba la ley Beckham, o que la selección, si ha ganado, es por la calidad de los futbolistas que pagan en los mismos porcentajes que cualquier otro contribuyente. Como en la investigación, no son los bajos impuestos los que dan más valor añadido, sino el trabajo desde lejos, de base, y creando excelencia. Es por eso que podemos afirmar que la reforma de la ley Beckham ni acabará con el nivel de la Liga Española, ni con el fútbol español, lo único que hará es avanzar hacia un sistema fiscal más justo y equitativo eliminando privilegios incomprensibles de aquellos que menos lo necesitan.

Es cierto que esta reforma tiene un factor en primer lugar simbólico. Lo que se pueda llegar a recaudar afectará apenas a unos centenares de personas. Pero la reforma tiene un fuerte impacto. El hecho de que un multimillonario, que es visto por algunos como un referente, acabe pagando como si fuese un mileurista, es toda una invitación a la falta de ejemplo, quitando sentido al pago de impuestos, una puerta abierta a recorrer el camino para acabar adoptando una estrategia a favor de la elusión fiscal. Y en una crisis como la actual, donde hay que recuperar el liderazgo de lo público, pasos como éste son imprescindibles para que nuestro modelo fiscal gane autoridad. Es cierto que con ello no basta; deberíamos haber acabado con falsas sociedades de inversión colectiva, como las Sicav, y no permitir que los muy ricos puedan pagar el 1%; podríamos haber conseguido un mayor esfuerzo de las rentas que superasen los 100.000 euros; haber modulado mejor el IVA, permitiendo que los productos básicos bajasen mientras los de lujo se incrementaban; deberíamos tener ya una fiscalidad ambiental para que la apelación al cambio de modelo no fuese sólo retórica. Podríamos haber dado un mensaje, el mismo que en el fútbol: el valor añadido, explicar que la forma de salir de la crisis está en la inversión, en más en I+D+i. Este es un país que necesita más margen de maniobra desde uno de los rincones de Europa, donde los que más tienen pagan menos. Pero, para que eso fuese posible, se requería de una voluntad política que no llegó.

A pesar de todo ello, al cerrar la bochornosa excepción del mundo del fútbol, damos un paso adelante en un terreno muy concreto, en un mundo que parece que esté al margen del resto. Y por ello planteamos y convencimos al Grupo Socialista que podíamos acabar con lo que simplemente era inaceptable. Y finalmente conseguimos lo que desde hace mucho tiempo perseguíamos: que la fiscalidad no fuese igual para un galáctico que para un mileurista. El pequeño paso adelante por un camino que sería bueno que el Gobierno algún día empiece a transitar.

Joan Herrera es portavoz de ICV en el Congreso de los Diputados.

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