Miles Davis vive sin calcos ni imitaciones

Tutu fue una de las obras más celebradas de Miles Davis en su última etapa (el disco se editó en 1986 con claras referencias tanto a Desmond Tutu como a Nelson Mandela). A pesar de haberse convertido en uno de los iconos del Miles maduro, el trompetista participó poco en su confección. Marcus Miller escribió casi todos los temas (excepto uno de George Duke y una versión de Scritti politti), los arregló, tocó la mayoría de los instrumentos y produjo el disco, así que algo de la autoría del plástico (si no toda) debería reconocérsele.

Ahora Miller, aprovechando que este año se está hablando mucho de Miles Davis, ha montado un quinteto para interpretar esta música en directo y, tras su paso por el Palau barcelonés, lo mejor que puede decirse es que prácticamente no se nota la ausencia del recordado Miles. Y no se nota demasiado porque Miller no ha querido hacer sobre el escenario un clon del disco, sino una reinterpretación. Y esa reinterpretación resulta contundente. El espíritu de Miles se mantiene, aparece en todos los rincones, pero sin calcos ni imitaciones, ni siquiera en la trompeta de un soberbio y expansivo Christian Scott. El joven trompetista mostró en todo momento su devoción por Miles, pero no hubo intento de emulación o copia. Uno tras otro sus solos (o sus impresionantes dúos con el saxofonista Alex Han) levantaron al público de sus asientos.

Marcus Miller, bajo en mano, dominó en todo momento la situación sin extenderse en largos solos y dejando que sus cuatro acompañantes se repartieran buena parte del protagonismo. Tomó ocasionalmente su clarinete bajo y volvió a dejar flotando en el aire la pregunta: ¿por qué no lo utiliza más?

Los temas de Tutu se mostraron en manos de Miller y su banda de una tremenda actualidad. El ritmo no ha perdido nada del gancho de hace un par de décadas y sirvió de magnífico trampolín para que los cinco músicos pudieran explayarse a gusto.

Un concierto redondo: Miles sigue vivo sin necesidad de imitaciones.