"Internet es una red muy masónica"
Javier Otaola está abierto a una conversación versátil. Novelista, síndico del Ayuntamiento de Vitoria, no se olvida, por supuesto, de la masonería.
Pregunta. Parece que ha encontrado un personaje fuerte en Felicidad Olaizola para protagonizar sus novelas, hasta el punto de que le ha abierto un blog (felicidadolaizola.com).
Respuesta. Desde el primer momento, tenía claro que apostaba por el desarrollo de mis novelas en el País Vasco y alrededor de casos que llevase la unidad de investigación de la Ertzaintza. Me gustan las novelas de procedimiento, analizar cómo funcionan las policías modernas y cómo resuelven los delitos con la diversidad de métodos que tienen a su alcance, al estilo de la serie televisiva CSI. Lo de Felicidad Olaizola ha venido después y ha impuesto su carácter.
"La influencia de la masonería es igual a la de la Bascongada de Amigos del País"
"Sumando todas las logias, en el País Vasco hay ahora unos 150 masones"
P. Es un personaje muy marcado: 38 años, huérfana, políglota, muy atractiva, divorciada de un compañero, lesbiana, activista política en su juventud...
R. Tanto los comentarios que me han llegado de la Ertzaintza como de lesbianas me han animado a mantenerla al frente de mis novelas. Incluso una crítica norteamericana, Jackie Collins, ha publicado un artículo sobre la primera novela y me comentó que el personaje era muy creíble. "¿Cómo un autor maduro y heterosexual ha conseguido este personaje?", me preguntó. La imaginación no tiene fronteras, le respondí.
P. ¿De dónde vienen sus conocimientos de los métodos de la Ertzaintza?
R. Estoy documentado en los procedimientos policiales, los relacionados con el Derecho Penal, como licenciado en Derecho que soy. Pero, sobre todo, tengo cierta familiaridad con los métodos por mi vinculación con la Ertzaintza, ya que fui profesor de Derecho Constitucional en la primera promoción. Le di clases, por cierto, a De Juana Chaos, con poco aprovechamiento por su parte, hay que decirlo.
P. ¿Qué tal era como alumno?
R. No era un hombre muy simpático y menos hablando de Derecho Constitucional.
P. En su novela aparece el Opus Dei, también la masonería, ¿Qué tienen estas organizaciones para haber tomado tal protagonismo en la novelística de estos últimos años?
R. El misterio es el que nosotros nos fabricamos. La literatura se interesa por las cuestiones peculiares, por aquellos mundos exóticos, que tantas veces están al lado nuestro. En este sentido, el Opus Dei cumple las premisas citadas.
P. ¿Qué opina del uso que hace Dan Brown de la masonería?
R. No me parece mal y creo que no sale mal parada. Me parece hasta cierto punto lógico que tenga interés por ese mundo, que tiene unas virtudes literarias indudables. La masonería es muy propicia para las fantasías de Dan Brown. Lo que sí me sorprende es esa obsesión en que la masonería conoce algún secreto importante. A todos nos gustaría que este mundo tan caótico tuviera una lógica última y alguien manejara ese secreto. Pero me temo que la realidad es bastante más complicada.
P. ¿Cuál es la capacidad de influencia de la masonería?
R. La misma que puedan tener el Rotary Club o la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, depende del número y la calidad de sus miembros. Sí es verdad que la masonería mantiene cierta unidad de pensamiento, que no de ideología. Abarca todo el arco político, desde la extrema derecha a la izquierda revolucionaria. Los masones en España viven bastante plácidamente y hacen sus actividades en el ámbito privado.
P. ¿Y cuáles son esas actividades? Se lo pregunto para desmitificar un poco a Dan Brown.
R. Nos reunimos una vez al mes. De una manera solemne, se desarrolla un ritual en el que se realiza un trabajo de reflexión de tipo existencial. En realidad, es una especie como de terapia de grupo, como digo de broma, una reunión de Alcóholicos Anónimos, pero sin alcohol; un encuentro en el que vamos poco a poco construyendo nuestra personalidad.
P. ¿Cuántos masones hay en el País Vasco?
R. Unos 150 sumando las logias de todas las obediencias. Sin contar con los simpatizantes que llegan por Internet, un sistema que nos ha venido muy bien, porque la masonería trabaja en red. En efecto, Internet es una red muy masónica.
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