Mucha laboriosidad, poca finura
De naturaleza fecunda y acostumbrado a disfrutar, los partidos se le hacen últimamente muy largos al Barça, sobre todo en cancha ajena, igual da en Valencia que en Pamplona o Kazán. No pasa del empate porque no marca goles. A cero se quedó en Milán y contra el Rubin y, a falta de recibir al Inter y de visitar Kiev, su clasificación se ha complicado en un grupo con cuatro campeones de Liga. Tres tantos en los cuatro partidos disputados en la Champions son pocos. Aunque la Copa de Europa se gana en la final, se puede perder en la fase de clasificación, como ya ocurrió después de Wembley.
A los azulgrana no se le puede retirar la confianza si se atiende a su currículo y a su fútbol. Juegan bien, son perseverantes, se organizan alrededor de la pelota y conceden pocas ocasiones, sobre todo cuando la velocidad de Puyol se corrige y mezcla con el juego posicional y la salida de balón de Piqué, Chigrinski o Márquez.
La determinación del capitán adquiere ahora una especial relevancia por la falta de contundencia general del equipo, manifiesta sobre todo en los delanteros. Los azulgrana se han vuelto un equipo manso, sin fuego, circunstancia que convierte en anecdótica su excelente laboriosidad. Tiene siempre la pelota, mastica la jugada y combina con sumo acierto en las partes blandas de la cancha, hasta tal punto que a veces da la sensación de despreciar las segundas jugadas, el tiro de media distancia y la presión sobre la zaga, que defiende bien, sobre todo si al ataque le falta velocidad.
Apenas hay ataques cortos u ocasiones originadas por el robo del cuero y, por otra parte, los futbolistas más desequilibrantes aún no están finos. Messi perdió ayer 13 veces la pelota por 11 de Iniesta, y en el cómputo del torneo, los azulgrana sólo han convertido el 11% de sus 64 remates.
Al Barcelona de poco le sirvió anoche el buen partido de Xavi y de Ibrahimovic, un ariete que exagera tanto las virtudes como los defectos del plantel. Tampoco Henry ha entrado en juego. La plantilla es corta y el equipo no tiene picos de juego ni puntería, sino que da la sensación de excederse en la elaboración y también en la preparación del tiro, como si todos los goles tuvieran que ser tan bellos como su fútbol. Justamente lo contrario de lo que le pasa al Rubin, selectivo en sus ataques; antes del partido sumaba cuatro goles sobre seis disparos, y ayer los tres que armó exigieron la respuesta de Valdés. No vuela ni mata el Barça.
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