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Prestige encalla en Barcelona

El grupo ampurdanés abandona los dos hoteles con los que pisó fuerte en su llegada a la ciudad - El balneario de lujo que construye en Jafre se retrasa

Los hoteleros de Barcelona llevan meses con los dientes apretados, navegando entre una oferta de habitaciones de alta gama que no deja de aumentar en la ciudad y una política de descuentos de precios del 20% con vistas a sostener la ocupación. Con tanta vaca flaca, hay quien ya ha tenido que tirar la toalla. Es el caso del grupo Prestige, propiedad de la familia Moyano, de origen andaluz y afincada desde hace décadas en Roses (Alt Empordà), donde opera siete hoteles. En el momento álgido de la economía, el grupo se atrevió con un desembarco en toda regla en Barcelona, junto a una nueva hornada de inmobiliarios metidos a hoteleros y a nuevas generaciones dispuestas a exprimir el encanto turístico de la capital catalana. Pero Prestige se ha marchado de la ciudad.

La empresa cierra la filial con la que pretendía crecer en energías renovables

"Visto el difícil contexto hotelero en Barcelona, el grupo prefiere concentrarse en el negocio vacacional, que es en realidad su origen y donde es fuerte", señala un portavoz de la empresa.

La primera pica desclavada en la ciudad, y con la que Prestige había sacado mucho pecho, fue el imponente establecimiento levantado junto al recinto de Gran Via de la Fira, bautizado como Prestige Congress. El hotel, destinado a un público de negocios, acaba de reabrir de la mano de Alexandre Hotels, que lo ha rebautizado Fira Congress y que ha invertido 50 millones en él.

No ha sido el único traspié. Tras alguna tensión con la familia Vives, dueña del Boulevard Rosa y también del segundo hotel de Prestige en Barcelona, los Moyano dieron carpetazo al Prestige Passeig de Gràcia. El establecimiento, que operaban en alquiler, lo gestiona ahora Izaka, especializada en los llamados hoteles boutique por sus dimensiones reducidas y con encanto labrado a base de diseño. Desde septiembre, el hotel se llama Sixty Two.

El repliegue de Prestige en el negocio de los hoteles urbanos abre, además, poderosos interrogantes sobre el futuro del proyecto con vocación de icono que el grupo impulsaba en L'Hospitalet de Llobregat: el hotel bosque, llamado así por las funciones naturales de un bosque que pretendía emular y comprado por Prestige a la inmobiliaria Habitat cuando ésta empezó a tener problemas, a finales de 2007, con una inversión anunciada de más de 50 millones. Dos años después, el Prestige Forest es aún un proyecto en desarrollo, aunque la familia Moyano no ha dicho nada de que vaya a abandonarlo.

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A este viaje de ida y vuelta de Prestige a Barcelona se suman las diferencias entre la empresa catalana y el grupo Six Senses en uno de los proyectos más ambiciosos, si no el más, que brilla en su cartera: un espectacular balneario de lujo enclavado en Jafre (Girona). La previsión de apertura era para octubre de 2008. Un año después, no está terminado. El proyecto, que en su momento levantó protestas ecologistas y cuyas dimensiones fueron reducidas por la comisión de Urbanismo de Girona (limitó el techo de construcción y suprimió la zona de bungalows), se levanta sobre lo que fue el agua de la modesta charca termal de Jafre, descubierta por azar en los sesenta. En 1995, Prestige compró los derechos sobre estas aguas, con virtudes minero-medicinales.

El proyecto ha estado parado durante más de medio año "debido a algunos pequeños cambios, como la distribución de espacios, que se han estado debatiendo con el futuro gestor, Six Senses", apunta Prestige, que anunció un desembolso en el centro de 30 millones. El balneario supondrá el desembarco en España de este poderoso grupo asiático conocido por sus hoteles superexclusivos.

Otro quebradero de cabeza para Prestige, que sigue adelante con dos proyectos de hoteles en Andalucía y que negocia gestionar ocho establecimientos más en Alicante y la Costa del Sol, es el proceso de diversificación hacia las energías renovables que había emprendido. La empresa confirmó que no seguirá por este camino, cuya gran apuesta fue la compra de la firma de renovables Abasol. La sociedad de capital riesgo Sasor, que Prestige creó en 2007 para invertir sobre todo en energía verde, acaba de ser disuelta.

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