Los problemas del entrenador
Disculpen la confusión, pero es cierto que por estas líneas revolotean de pronto Abel Resino, el Atlético de Madrid (y el Madrid y Pellegrini), Maradona y Lola Flores, entre otros personajes.
Ninguno tiene que ver con la situación de la que quiero hablarles, que es la situación del PP, pero cada uno de ellos sirve para entenderla. En primer lugar, Abel. Dispuso de un equipo pletórico, que ganó su puesto en Europa y de pronto dilapidó su capital. ¿Por qué? Dicen los cronistas que no supo utilizar sus efectivos, la directiva se hartó de los malos resultados y echó al entrenador. ¿Caín mató a Abel? No, hombre, los resultados.
Ahora que Manuel Cobo, el vicealcalde de Madrid, ha resucitado (¿ha resucitado? ¿estaba muerta?) el hacha de guerra dentro del PP nacional y comarcal, convendría buscar el paralelismo con la situación en el Atlético. Él denuncia a Esperanza Aguirre, que muchas veces se ha propuesto (y la han propuesto los que la jalean) para entrenadora suplente; y ella se engalla, quiere echar a Cobo. Se ha soliviantado. Y le pide al entrenador titular, Rajoy, que lo expulse del campo. Cobo es un jugador, una especie de medio volante que le sirve balones al alcalde Gallardón. Esta vez ha rematado él, hubo épocas en que remataba Gallardón.
Es interesante lo que dijo María Dolores de Cospedal. Esos problemas se arreglan en el vestuario. No siempre. Hubo un día en que a Rajoy se le calentaron tanto las meninges que dijo en Elche que ya estaba bien de esperanza para Esperanza. Que se fuera, que creara un partido conservador. Luego se echó en brazos de Camps, que es el entrenador de otro equipo comarcal con ganas de sustituir al entrenador verdadero. No sé si el remedio no fue peor que la enfermedad.
Pero la enfermedad, con perdón, es terca, y ha vuelto a aparecer por donde más solía doler, por Madrid. Madrid no es toda España, dice Basagoiti, otro de los entrenadores suplentes, pero manda mucho, y sobre todo envía vapores contundentes; Camps tardó en atender a esos vapores, y miren la que se armó en el equipo, que está ahora arrastrando una dificultad enorme a la hora de rematar, y casi a puerta vacía.
Desde luego, Rajoy no entrena como Maradona; Maradona entrena a gritos, y ha conseguido convertir su selección en una jaula de grillos. Sin gritar, Rajoy ha conseguido que los grillos griten desde las esquinas, y a pleno pulmón. Él calla, como Del Bosque, pero sin el aplomo de éste. Lo más claro que dijo Rajoy en su vida lo gritó en Elche y se parece a lo que dijo Lola Flores en ocasión memorable: "¡Si me queréis, iros!". A ver si lo vuelve a decir, y pone paz en el cotarro. Si no, le van a hacer los suyos lo que a Abel le hicieron los resultados, que no Caín.
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