Fátima al Sanussi, reina de Libia
Dejó de ser soberana con el golpe de Gaddafi y tuvo que exiliarse en Egipto
Como era habitual en el norte de África, la reina de Libia, Fátima al Shifa al Sanussi, nunca supo la fecha exacta de su nacimiento, en 1911. Miembro de un linaje descendiente del profeta Mahoma y de la secta Al Sanussi, muy poderosa en la región de Cirenaica, Fátima, que falleció el 3 de octubre a los 97 años en El Cairo (Egipto), padeció desde muy joven las peripecias de una provincia sometida a las luchas políticas y a las ambiciones coloniales de las potencias occidentales. Con 18 años se fugó a lomos de un camello y recorrió más de 600 kilómetros de desierto para escapar del oasis de Kufra, donde nació, cuando el mariscal italiano Graziani trataba de diezmar a la influyente dinastía. Un año después, en 1931, se casó con quien se convertiría en el rey Idris I de Libia, también perteneciente a la misma estirpe, tras la fundación del Estado en 1951.
Sencilla y frugal
De costumbres sencillas, incluso frugales, Fátima al Sanussi ejerció como reina hasta 1969, cuando el golpe de Estado del coronel Muammar el Gaddafi puso fin a la monarquía. Idris I se había alineado con Estados Unidos y Reino Unido tras el descubrimiento, una década antes, de los inmensos yacimientos petrolíferos del país, que convirtieron el paupérrimo Estado recién nacido en un país simplemente pobre. La corrupción en la industria del crudo, más las críticas de los líderes panarabistas, encabezados por el egipcio Gamal Abdel Nasser, provocaron serios disturbios sociales en el primer país islámico que concedió el derecho de voto a la mujer. Fátima ni portaba velo ni se quedaba recluida en el modesto palacio de Idris I, sino que frecuentaba actos sociales y educativos.
Las revueltas sociales forzaron a la pareja a retirarse a Turquía con la intención de abdicar -Fátima sufrió 14 abortos y el único hijo que nació, falleció al día siguiente del parto- a favor de un sobrino, que nunca se convirtió en rey. Su dificultad para tener descendencia fue la razón aducida por Idris I, casado ya tres veces antes que con ella, para contraer matrimonio con una beduina de 37 años. No obstante, el rey no se divorció de su cuarta esposa, quien superó las intrigas del consejero Ibrahim al Shelhi, que trató de que repudiara a Fátima en favor de su propia hija. La reina, pese al quinto matrimonio de su esposo, se negó a abandonar el palacio. Adoptaron a una niña argelina que había perdido a sus padres en la guerra de independencia contra Francia.
Idris I y Fátima al Sanussi, que nunca se entregaron al lujo ni al derroche, penaron en el exilio y comenzaron a pasarlas canutas. Incluso el Gobierno turco se tuvo que hacer cargo de la factura de su hotel antes de su traslado a El Cairo. En 1971, el régimen libio condenó a muerte al monarca, desaparecido en 1983, y a cinco años de cárcel a Fátima. Fueron desposeídos de sus bienes. La reina nunca volvió a pisar su país.
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