Cajas destempladas
Esperanza abrió la caja de Pandora y uno de los primeros rayos que escaparon del encierro iba directamente dirigido contra ella. Ya se sabe que las cajas de Pandora las carga el diablo y hay que tener mucho cuidado al manejarlas, que luego pasa lo que pasa. Pero la presidenta madrileña colecciona cajitas de ésas sobre su tocador y las maneja a placer, conoce la historia: cuando Pandora, la primera mujer de la humanidad, destapó la caja en la que Zeus había encerrado todos los males del mundo, sólo quedó en ella la esperanza.
La esperanza es lo último que se pierde y la última que se pierde, la caja es suya, regalo envenenado de Zeus para castigar a los hombres. La batalla de Caja Madrid está en su apogeo y los nuevos paladines se preparan para salir a la palestra requeridos por sus respectivos campeones. Pero esta vez los aguirristas, que son los que suelen llevar la iniciativa en este torneo de despropósitos, han sido sorprendidos por un ataque lanzado desde el flanco de Gallardón, a golpe de trompeta: Manuel Cobo, número dos del munícipe, que se sienta en sus ratos libres a la derecha de Mariano en el comité ejecutivo del PP, aprovechó la palestra de EL PAÍS para alancear a la lideresa del bando contrario, reina de corazones y de la insumisa taifa madrileña.
La batalla de Caja Madrid está en su apogeo y los paladines se preparan para salir a la palestra
Los cobistas, gallardonistas y marianistas irredentos irrumpieron en el campo. "Lo que está haciendo la gente de Aguirre con Rato es de vómito". La batalla se apura hasta las heces, el discreto Cobo ha arremetido por donde más le duele a la presidenta, convocando a los ratistas, en excedencia por la retirada de su líder del campo político. A Rato le habían solicitado como candidato de consenso los marianistas para desautorizar al candidato aguirrista, Ignacio González, el misterioso, número dos de Aguirre, oscuro señor del Canal de Isabel II, cuyos beneficios, según algunas lenguas, bífidas y de doble filo, querría exportar al canal de Panamá, acogedor receptáculo de caudales ajenos.
"Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad es hora de comenzar a decir la verdad". El líder cobista citaba al poeta y dramaturgo marxista Bertolt Brecht, por derecho y por paráfrasis apócrifa que este diario resumía así: "Vinieron a por la tele, el Ifema, la Caja, a por Rajoy... Vienen a por España". Y eso sí que no, hay que mejorar la calidad de la hipocresía para que en el corral del PP no empiece a cundir "el silencio de las gallinas", otra paráfrasis del vicealcalde. Hay que inyectar hipocresía de alta calidad, antes de que se quiebre el cristal de ese "escaparate de cloacas y ambiciones" en el que, según Cobo, los aguirristas exhiben a Rodrigo Rato desde hace unos días.
Entre hipocresías, denuestos, espionajes y abordajes, maniobras y artimañas, dimes, diretes y tejemanejes, los madrileños, impositores o no de la Caja, han llegado al hartazgo y están como Cobo al borde del vómito, contagiados por la gripe C, pandemia político-económica que produce convulsiones, palpitaciones y pérdidas, leves por el momento, de confianza en la cuarta entidad crediticia de España. Ahondar más en la herida abierta de Caja Madrid podría provocar una sangría de consecuencias imprevisibles y corren malos tiempos para las transfusiones del Estado. Entre los candidatos en liza y en puja, Luis de Guindos, presunto tapado socialista y ex alto cargo aznarista, parece el más apropiado por su perfil apolítico (sic) y su experiencia en malabarismos financieros, no en vano presidió la filial española de Lehman Brothers, empresa norteamericana de especulaciones diversas cuya quiebra fraudulenta agilizó los trámites de la crisis de todas las crisis.
Luis de Guindos, según Tomás Gómez, líder de los socialistas madrileños, borró del currículum su paso por la empresa de los hermanos Lehman. Rodrigo Rato, tapado destapado de marianistas, gallardonistas y cobistas, no tiene nada que borrar de su biografía, que incluye, como jugada maestra, haber abandonado su cargo de director gerente del controvertido FMI, apenas unos días después de haber adquirido derecho a una suculenta y vitalicia pensión.
El otro, el tercero en cuestión y el más cuestionado de todos, es Ignacio González, el favorito incuestionable de Esperanza Aguirre y de nadie más. Ahora que se han puesto todas las cartas sobre la mesa, la presidenta madrileña ha lanzado un órdago más exigiendo a Rajoy la expulsión del vicealcalde madrileño por criticarla. El final de la partida está a la vista y los representantes de la izquierda siguen de mirandas sin saber a qué carta quedarse, fascinados por la agilidad de tan experimentados trileros.
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