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Bajo la estela de Joy Division, Lord Byron y el mundo medieval

El gótico nace a finales de los setenta como una evolución natural del punk. Entonces eran darks o siniestros. La primera banda que se ve metida en este follón, sin ellos quererlo, fue Joy Division, un cuarteto de Manchester de bajo duro y machacón, que en algunas de sus portadas mostraba imágenes de hermosas tumbas románticas o grabados del siglo XIX. Porque el gótico es un heredero lejanísimo de la visión idealizada del medievo de los románticos ingleses como Byron o Shelley. Sus letras oscuras, su reivindicación de poetas malditos, la parafernalia militar pseudonazi chiripitiflaútica y el hecho de que su cantante, el depresivo y epiléptico Ian Curtis, se suicidará con poco más de 20 años dejando como canción póstuma un tema titulado El amor nos destrozará, crearon las bases para un movimiento que más tarde The Cure, Bauhaus, Siouxie & The Banshees y otras decenas de bandas menores teatralizaron y convirtieron casi en una parodia para adolescentes tristones vestidos de negro y con cara de gastroenteritis perpetua.

A lo largo de los últimos 20 años se ha ido mezclando con casi todos los géneros, del folk al metal e incluso las percusiones étnicas, dando lugar a un laberinto de subtribus que dan para una tesis doctoral. El Emo es un movimiento estadounidense que proviene de la escena hardcore. El hardcore es un punk hiperacelerado y el sufijo core se convirtió en sinónimo de extremo. Así el emocore era todo lo contrario al hardcore. Bandas tristonas y depresivas que tocaban muy despacio (a veces parecía que el batería podía ir al baño y volver sin perder el ritmo) y que eran muy profundas y muy dolidas. Cómo el Emocore se convirtió sólo en emo es algo extraño, porque no tienen casi nada que ver más allá de que sus fans son también adolescentes que creen que el mundo no les entiende y les debe una explicación.

Transición al 'emo'

Las bandas emo -la más famosa es My Chemical Romance- tienen algo de metal, algo de punk, la parafernalia ya mencionada de angst adolescente y un mucho de pop para adolescentes. Los emos han de tener el pelo lacio y el flequillo tapándoles los ojos, pero pueden ir de colorines, en una curiosa transgresión estética. Siendo sinceros, es fácil hacer sangre de ellos, pero ser adolescente no es sencillo y el emo es, en la mayoría de los casos, una declaración de individualidad, aislamiento y sentimiento de ser diferente tan pueril como real. Está feo reírse de la gente que lo pasa mal.

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