Pakistán da un plazo de 72 horas a los 'sin papeles' afganos
La ONU denuncia decenas de detenciones y registros injustificados
Tres nuevos atentados sacudieron ayer Pakistán: 23 muertos y dos docenas de heridos; el más grave acabó con la vida de 15 personas que volvían de una boda y cuyo vehículo pisó una mina de fabricación casera. Con estos son ya 11 los ataques terroristas que se han producido en apenas tres semanas y se elevan a dos centenares las víctimas mortales.
En un intento por calmar la creciente psicosis de la población, las fuerzas de seguridad han lanzado operaciones de búsqueda y captura de sospechosos por todo el país, pero su celo por exhibir resultados parece haber convertido a los afganos en chivo expiatorio.
El Gobierno ha dado 72 horas para que todos los afganos que carezcan de documentación en regla abandonen Islamabad. El ministro del Interior, Rehman Malik, anunció el ultimátum el jueves por la noche, tras el atentado que ese día se cobró la vida de un general. Además, ordenó a la policía que buscara sin papeles casa por casa en el distrito en el que se produjo el ataque. Sus palabras confirmaron la sospecha de que las autoridades están aprovechando la oleada de atentados para tratar de expulsar a miles de nacionales del país vecino que se encuentran en situación irregular.
Tres nuevos atentados causan 23 muertos y dos docenas de heridos
El diario The Daily Times se hacía eco ayer de la detención de 152 sospechosos en la capital y la vecina Rawalpindi. "La mayoría son hombres originarios de las zonas tribales o afganos", añadía sin dar más explicaciones. No era la primera noticia que hacía referencia a los afganos como potenciales terroristas. El miércoles, una cadena de televisión informó de que la policía había detenido en todo el país a 673 presuntos miembros de grupos insurgentes, de los que 600 eran afganos.
Sólo sobre los 41 afganos capturados en Peshawar se daba una explicación clara. Su arresto se produjo en virtud del artículo 14 de la ley de Extranjería, es decir, por no tener sus papeles en regla. Un portavoz policial aseguró que han intensificado las medidas "contra los afganos y los elementos contrarios al Estado", lo que pone a esos nacionales en el mismo saco que los terroristas.
"Es algo que no había pasado antes, pero tras los ataques al cuartel general de Rawalpindi o a la Universidad Islámica de Islamabad está sucediendo", admite en conversación telefónica I. A. Rehman, el director de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán. "Todavía estamos recogiendo información y no puedo darle datos precisos", se disculpa.
"Están acosando a los afganos", denuncia A. H., un hombre de negocios afgano con el permiso de residencia en regla y que por su posición económica no tiene problemas. Pero hasta su oficina llegan los ecos de otros compatriotas que se sienten despreciados, marginados y ahora injustamente responsabilizados de los problemas de Pakistán.
"Vemos una intensificación de las medidas contra los afganos tras los últimos incidentes terroristas", declara Ariane Rummery, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Este organismo tiene registrados a 1,7 millones de afganos cuyas tarjetas les identifican como refugiados y, en principio, deben protegerles de detenciones arbitrarias. "Hemos difundido hoy un mensaje para que las lleven encima en todo momento", explica. Pero Rummery señala que no todos los policías saben lo que significan, y no es la primera vez que un agente detiene a un afgano por el solo hecho de serlo.
"Si se producen detenciones injustificadas de registrados , tenemos derecho a intervenir", asegura Rummery. Pero hay decenas de miles de afganos, tal vez hasta otro millón, que carecen de esa identificación.
"La policía sólo busca sacarnos dinero", insiste el hombre de negocios citado. "Cuando los vendedores de alfombras afganos van a la Embajada de Estados Unidos los domingos, les basta con pagar 200 rupias al policía de la entrada al enclave diplomático para que no les registre el cargamento y les haga perder el tiempo", asegura. En su opinión, si los detenidos hubieran tenido dinero para sobornar a los agentes, no les habrían encarcelado.
Pakistán llegó a albergar a cuatro millones de refugiados afganos tras la guerra en Afganistán de los años ochenta. Inicialmente las autoridades y la población acogieron a quienes escapaban del conflicto, muchos de ellos con lazos familiares a este lado de la frontera.
Con el tiempo, el aumento de esa población y la falta de ayuda de la comunidad internacional les convirtieron en una carga pesada para un país cuya propia población goza de pocos servicios públicos. Tras el derrocamiento de los talibanes, muchos afganos regresaron a su país. Sin embargo, la inseguridad y la falta de perspectivas económicas han desanimado a otros, e incluso impulsado a regresar a algunos de los que se fueron.
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