Defender la vida
Si defendiésemos la vida defenderíamos a las personas. A todas por igual, sin excepción y sin distinción. Pero hay quienes alzan su voz reclamando el derecho a vivir a un embrión diminuto y después, en su evolución, le niegan la ayuda a la supervivencia.
Defender la vida es promover la igualdad, es luchar para que todos tengamos las mismas oportunidades en la vida sin importar ni la cuenta corriente de la familia a la que pertenecemos, ni el sexo que nos define, ni el color de nuestra piel.
Defender la vida es olvidar las jerarquías, es simplificar nuestra convivencia y aceptar a nuestros semejantes. Es impedir que los niños mueran de hambre. Es discernir entre la gripe A y la malaria. Es no fomentar el trabajo infantil ni los abusos laborales. Es la sensibilización hacia los que sufren y la empatía a los necesitados. Es dejar la puerta abierta para la comprensión y para la aceptación.
Defender el derecho a la vida es algo más que una manifestación salpicada de intolerancia.
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