El Eixample de hoy
El CCCB disecciona el distrito con una exposición
Si alguna vez pierden el Norte, es fácil. Se colocan en el centro de la avenida de la Meridiana de espaldas al mar y allá al fondo, siguiendo una línea recta infinita, está el Polo Norte. No hay pérdida. Es uno de los muchos detalles que hacen aún más encantador y admirable el proyecto del Eixample de Barcelona que diseñó Ildefonso Cerdà hace ahora 150 años. Después de mucho esperar, por fin ayer se inauguró en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (hasta el 28 de febrero) la primera de las tres grandes exposiciones dedicadas a celebrarlo. Y no ha decepcionado. Eso sí, hay que verla con tiempo (la entrada vale para dos veces), dado el apabullante diluvio de datos, planos, animaciones y vídeos que incluye.
Hay algunas referencias históricas, pero básicamente es una exposición sobre el Eixample de hoy, que por otra parte, y ahí está la gracia, no es muy diferente al que ideó Cerdà. Incluye reproducciones de algunos planos de esos en los que da gusto entretenerse -como el de Vicenç Martorell de los años treinta para los servicios municipales o el de transportes de Jaussely, de 1905, que, hoy se lamenta, no llegó a aprobarse- y también diagramas de cómo ha ido creciendo y modificándose la edificabilidad de sus inconfundibles manzanas (de 113 por 113 metros), que creció un 50% en los años de plomo de la especulación de posguerra.
Un apartado importante de los 10 de que se compone la exposición se dedica al subsuelo, algo que ya tuvo muy en cuenta Cerdà a la hora de proyectar las canalizaciones de servicios. Allí ha descendido para hacer sus fotografías Joan Fontcuberta, uno de los artistas que contribuyen a realzar la exposición, organizada a partir de la investigación de diversos grupos de trabajo, con su peculiar visión del tema.
"Lo interesante del Eixample es que ha sido lo suficientemente abierto y complejo como para poder haberse realizado a lo largo de 150 años", explicó ayer Joan Busquets, comisario de la exposición junto con Miquel Corominas. Viendo el apartado final dedicado a la comparación con los ensanches en malla de otras ciudades, Corominas lo tiene claro: "Los mejores del mundo son Manhattan y el Eixample".
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