Preocupaciones
Decía Guardiola tras el encuentro de Mestalla que ellos no son tan buenos como para ganar los 38 partidos de una Liga y que los rivales también juegan. Declaraciones llenas de lógica, no sólo futbolística, sino de lógica de vida. Vamos, que no me imagino a nadie en ninguna actividad que gane siempre. Bueno, aunque si le damos la vuelta al argumento veremos que si no ganas siempre quiere decir que alguna vez pierdes y si atendemos a las veces que solemos admitir que hemos perdido tendremos que resolver que, efectivamente, en España hay quien sólo sabe de victorias y triunfos. En España y en el resto del mundo, donde los mismos que no han sido capaces de poner los medios para detectar una deteriorada situación económica (dicen que si escribes crisis contribuyes a un estado de ánimo negativo como si la economía parafraseara a Valdano y su definición de que un equipo es un estado de ánimo), son, ellos mismos, los que se encargan de decirnos ahora si estamos saliendo, o no, de esta situación de inestabilidad financiera en la que andamos metidos.
Los rivales analizan cada detalle del Barça, el referente. Esa es la exigencia y el reto: reinventarse
Decía que tenía razón Pep cuando nos dice que no van a ganar todos los partidos y que Mestalla es uno de esos feudos en los que está permitido dejarse puntos y más si el punto obtenido se ha logrado a base de mucho sudor. Viéndolo en positivo, no es una mala conclusión para el entrenador culé, el saber que un equipo tan afinado, tan suave, un equipo que, como nos decía Luis Suárez en nuestros inicios en la selección sub 21, sabe tocar tan bien el violín, haya descubierto que, como cerraba el argumento el gallego sabio, también sabe tocar el tambor. Y es que no todos los días está uno para conciertos finos y no todos los días el rival es capaz de ponerte en tantas dificultades como con las que los de Mestalla llenaron el césped valencianista.
En las 2 últimas jornadas ha tenido el Barça delante suyo al Almería y al Valencia. Los andaluces montaron todo su dispositivo para cerrar todo el campo a los culés, dejar la distancia del marcador en el mínimo y jugarse el resultado a una jugada favorable en el último tercio de partido. Por otro lado, los chés se fueron a buscar al Barça a su línea de defensa, presionaron desde arriba de forma que desconectaron los enlaces defensa-ataque azulgrana, utilizando de forma inteligente la presión, no sólo sobre el pase, sino sobre las líneas del mismo. ¿Recuerdan aquello de Clemente de que en la presión no es el jugador que presiona el que roba el balón (si lo consigue, fantástico ya que estamos muy cerca de la portería rival y es peligro de gol) sino que el que está detrás o a su lado es el que lo consigue? Algo de eso hubo en Mestalla, donde los jugadores valencianistas interceptaron muchos pases de los culés en su fase de construcción de juego.
Dos formas diferentes de encarar un partido contra el equipo que todos consideran como más creativo del actual momento futbolístico. Una de las consecuencias de convertirse en un referente en el competitivo mundo del fútbol es que los rivales empiezan a analizar cada pequeño detalle para crearte todas las dificultades posibles. Y del espionaje futbolero van saliendo pequeñas aportaciones que cada equipo le va suministrando al siguiente rival de los blaugrana. El Shakhtar Donetsk comenzó esta carrera en busca del perfecto sistema anti Barça con su planteamiento en la Supercopa de Europa y otros lo han ido mejorando (o intentándolo) a lo largo del campeonato. Ésta es también una exigencia para los equipos excepcionales, su capacidad de reinventarse para volver a sorprender. Esa es la exigencia y el reto: nuevos problemas, nuevas soluciones.
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