Reconversión silenciosa
El plan del Banco de España para reparar el sistema financiero -con las cajas de ahorros en primer lugar- cuenta con varios hitos más. Los consejos de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa aprobaron la fusión de las tres cajas según un modelo de dirección único y con el firme compromiso de que habrá reducción de oficinas y supresión de cargos directivos duplicados o innecesarios. El proceso de unión de otras cajas catalanas -Sabadell, Terrassa, Manlleu y Girona- parece que va más despacio; lo mismo sucede con la fusión de las cajas castellano-leonesas. La llamada fusión virtual de Caja Navarra con la de Canarias se ha recibido como una fórmula ingeniosa para realizar las fusiones a plazos entre entidades de distintas comunidades autónomas, sobre todo porque ahorrará costes (gestión común de riesgos, garantía mutua de solvencia). El plan del Banco de España tiene claras tres ideas: que las cajas necesitan sobre todo una reconversión, lo que en la jerga de la reestructuración industrial de los años ochenta se llamaba "reducción de la capacidad instalada"; que el modo adecuado ahora es la fusión entre entidades, que debe empezar por las regiones o autonomías con más número de cajas y continuar después por los casos más peliagudos -Madrid y Valencia, claro-, y que el ajuste deberá haber acabado en el verano de 2010.
Dos de las tres pretensiones son difíciles de cumplir. Madrid y Valencia van a necesitar algo más que instrumentos técnicos como el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) o la ayuda de autoridad del regulador bancario para concluir con éxito. Necesitan una colaboración política entre los dos grandes partidos o, incluso, una armonía entre las facciones del primer partido de la oposición, que hoy no existe y difícilmente se conseguirá en un plazo de tiempo breve. El ajuste bancario debe hacerse con rapidez, pero las dificultades de los acuerdos entre entidades financieras o los complicados pactos de recapitalización de las entidades pueden prolongar las operaciones de reparación financiera más de lo que sería prudente para garantizar la supervivencia de algunas cajas. En una atmósfera de tediosa e imprescindible discreción, ha caído como una bomba el informe de Moody's sobre el sistema bancario español. Moody's exagera probablemente la cuantía del déficit de provisiones que arrastra la banca -no tiene en cuenta los beneficios de este año y el próximo, y algunas de sus estadísticas se han quedado viejas-, pero su informe no va desencaminado cuando describe algunas prácticas cuya consecuencia, se quiera o no, será diferir el saneamiento de los activos y, por tanto, aplazar el momento en que volverá a funcionar regularmente el flujo del crédito para las empresas y las familias.
Cabe hacer dos peticiones a la autoridad financiera. La primera es que, si es compatible con la seriedad de los procedimientos, se aceleren los planes de fusión y recapitalización de las entidades. Todavía son muy pocas las que se han acogido a los sistemas de salvación financiera, a pesar de que no son pocas las que necesitan limpiar sus balances. La segunda es que las consolidaciones de bancos y cajas no se hagan sólo mediante fusiones. Algunas firmas bancarias pueden ofrecer garantías suficientes como para comprometerse en solitario a una consolidación de balances mediante préstamos de dinero público. -
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