"Aquí se recoge una colilla cada dos meses"

Lo de la tasa no le gusta a nadie, pero si llega en un momento como el que atraviesan Ana Lobato, de 44 años, y su marido Javier se convierte en una pesadilla. Los dos están en paro. A él le despidieron hace un año de la empresa de publicidad donde trabajaba. Ella dejó su empleo como correctora bastante antes. Ahora, sin sueldo, con dos hijas y tirando de ahorros, tienen que pagar la tasa de basura de su casa y de sus dos garajes. "Es una situación un poco tétrica, la verdad", explica ella en la puerta del aparcamiento.

Por la plaza que tiene en La Latina, el Ayuntamiento le cobra 20 euros. Supuestamente por el trabajo y el coste que dé reciclar los residuos que genera ese espacio. A simple vista se ve que lo único que se acumula en el garaje es polvo. "A lo sumo, una botella de plástico o una colilla cada tres meses", señala. Además, le parece que "no tiene sentido que el PP pida una bajada de impuestos y en Madrid se creen nuevas tasas".

Ana recicla desde siempre. Mucho antes de que nadie en el Ayuntamiento vigilase su basura por si separa bien. "Es una tomadura de pelo, una broma, vaya. Y que encima digan que si reciclamos bien quizá nos quiten el impuesto en el futuro... En fin". Porque ésa fue una de las promesas del Ayuntamiento: si se reducen costes a través de un mejor reciclado, quizá retiren la tasa. O sea, que a portarse bien.