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La socialdemocracia alemana intenta superar la crisis

Sigmar Gabriel se erige en el líder del SPD con una imagen de renovación

Las frases de la semana han sido "giro a la izquierda" y "relevo generacional". Desde el pasado lunes, el encargado del enésimo intento de salvar los trastos en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) es Sigmar Gabriel. Todos los sinónimos de "debacle" están ya manidos para describir el resultado electoral del 27 de septiembre. Gabriel, ministro de Medio Ambiente en funciones, obtuvo el lunes el 78% de los apoyos de la cúpula del partido para que se postule a la presidencia socialdemócrata en el congreso federal de noviembre. Para entonces, la democristiana CDU de Angela Merkel y los liberales del FDP habrán formado el nuevo Gobierno que relevará a la menguante "gran coalición" CDU-SPD, que ha gobernado en los últimos cuatro años. La socialdemocracia alemana, desarbolada y derrelicta, trata de sellar las vías de agua. La avería se concretó hace dos semanas en un 23% de votos que la dejan al borde de la insignificancia.

Algunas voces dentro del partido abogan por un pacto con Die Linke

Los graves problemas del partido se airearon en la reunión de los 36 dirigentes para elegir a los nuevos líderes. El ministro de Hacienda, Peer Steinbrück, largó un discurso contra los representantes del ala izquierda, a los que acusó de debilitar la imagen del SPD con sus "experimentos" de asociación con el partido Die Linke (La Izquierda). La trifulca entre Steinbrück y el diputado Hermann Scheer, que figura entre los izquierdistas, llegó a lo personal. Scheer, de escaso peso en la directiva socialdemócrata, habló de putsch para referirse a los flamantes dirigentes del SPD. Según relataron los participantes, la reunión derivó en un debate sobre la conveniencia de revisar las políticas decididas o apoyadas por el SPD en los Gobiernos de los últimos 11 años, los siete de Schröder y los cuatro de Merkel y el vicecanciller Frank Walter Steinmeier (SPD).

También queda por perfilar la actitud ante La Izquierda, que nació en 2007 de la boda entre los disidentes socialdemócratas de Oskar Lafontaine en el Oeste y los ex comunistas del Este. La reciente renuncia de Lafontaine, bestia negra socialdemócrata, a liderar el grupo parlamentario de La Izquierda podría facilitar el futuro entendimiento. Steinmeier habló el lunes de un frente de oposición con Verdes y La Izquierda. Gabriel, que se ha mostrado dispuesto a pactar con La Izquierda en el futuro, replicó no obstante que "no hay coaliciones en la oposición".

Gabriel presidirá el SPD y la dirigente del ala izquierda Andrea Nahles será la secretaria general. Entre los cuatro futuros vicepresidentes, el alcalde-gobernador de Berlín, Klaus Wowereit, obtuvo sólo dos tercios de los apoyos en la cúpula del SPD. Steinmeier, que fue candidato socialdemócrata en las elecciones del 27, liderará el mermado grupo del SPD en el Bundestag (parlamento federal). Es el último mohicano de la guardia del excanciller Gerhard Schröder (1998-2005), cuyo nombre aún se asocia a las reformas y recortes sociales de la "Agenda 2010".

Wowereit trató ayer de aprovechar el Congreso regional del SPD berlinés para ilustrar su nueva posición en el partido. Pidió que caigan los tabúes respecto a La Izquierda, con los que él gobierna Berlín desde 2001. Aseguró que para eso "no hace falta un giro izquierdista, puesto que el SPD ya es el Volkspartei de la izquierda". Wowereit, político hecho a sí mismo, homosexual y mimado por las cámaras, es muy conocido en Alemania, pero su papel en el SPD depende de improbables éxitos en la política regional berlinesa. Tiene 57 años.

Durante la fracasada campaña electoral, el recién designado presidente Gabriel abrió uno de los frentes contra la canciller Angela Merkel. El "apagón nuclear" decidido por socialdemócratas y verdes durante el Gobierno de Schröder en 2002 era una de las bazas socialdemócratas. CDU y FDP prolongarán la vida de algunas centrales, contra la opinión de dos tercios de los alemanes. Poco antes de las elecciones aparecieron unos documentos sobre las presiones políticas del Gobierno democristiano-liberal de Helmut Kohl, en los ochenta, para facilitar la construcción de un impopular cementerio radiactivo.

Gabriel usó bien la controversia. No evitó el desastre electoral pero le sirvió para afianzar su perfil. Gabriel pasa por hombre ajeno a las enquistadas estructuras del SPD, capaz de dar buenos discursos y de hablar en inglés de complicados asuntos energéticos. Muchos alemanes recuerdan, además, que apadrinó al fotogénico osito polar Knut, que ahora, en el zoo de Berlín, es un tremendo plantígrado que inspira más respeto que ternura. Como el propio ministro. Tras la renuncia de la vieja guardia del SPD, pronto se barajó a Gabriel, de 50 años, para suceder a Franz Müntefering, de 69, en la presidencia.

Sigmar Gabriel, durante una reciente conferencia de prensa en Berlín.
Sigmar Gabriel, durante una reciente conferencia de prensa en Berlín.REUTERS

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