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FESTIVAL DE SITGES
Columna
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Carcajadas y virtuosismo

Si anteayer fue el realizador Jaume Collet-Serra -ya aposentado en la meca del cine- el protagonista del evento con La huérfana, ayer los focos fueron para otra producción local, La escarcha, un filme dirigido por Ferran Audí sobre una pareja que pierde a su hijo y el impacto que este hecho tiene en su relación. La película se regodea en su frialdad, retratada con impecable eficacia por Aitana Sánchez-Gijón. Ese mismo despliegue de emoción congelada (que circula de forma tangencial por el género fantástico) es lo que impide al filme una conexión real con el espectador, que asiste con indiferencia al intercambio de dagas entre unos y otros. Rodada en inglés con incursiones esporádicas en castellano, el filme funciona como ejercicio de estilo pero como ya pasaba con la española Hierro, le falta bombear algo más que mal rollo. A La escarcha le falta calidez, aunque parezca un contrasentido.

Otro catalán, el actor Sergi López, gustó -y mucho- con Les derniers jours de monde, un filme fresco, delirante, en el que el Apocalipsis se disfraza de verbena y muestra a todos los miembros del reparto tal como su madre los trajo al mundo. Es una película sin vergüenza que anima al respetable a exorcizar sus demonios a carcajada limpia.

La jornada la remató la preciosa Mr. Nobody, una lección de talento entregada por un artesano belga llamado Jaco van Dormael, que reinventa el drama y lo lleva a cuotas de un virtuosismo pasmoso. Dos deliciosas horas de cine que valen como un año entero con un precepto tan complejo como brillante: un hombre decide no escoger ninguna de sus vidas sino todas ellas. Así, cada vez que debe tomar un camino u otro acaba escogiendo los dos: asistimos pues con él a un compendio de amores, paisajes y narraciones que, a veces corren en paralelo y otras se sitúan en extremos opuestos.

La única pega de la película es que su pegada es tan contundente que es muy posible que el espectador no se percate de haber asistido a un espectáculo único hasta mucho después de que las luces se hayan encendido.

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