Madrid contra un G-3
El COI resolverá hoy la mayor pugna diplomática que se recuerda por unos Juegos
En el fortín del hotel Marriott de Copenhague, entre un pelotón de agentes, escoltas, perros de uniforme y coches blindados, los Reyes de España, Zapatero, Lula y Michelle Obama, cada cual recluido en una planta del edificio, se esmeraban ayer en el arte que mejor dominan: el de la persuasión. Al fondo no hay una carrera electoral, sino la posibilidad de organizar en 2016 un evento deportivo convertido en un símbolo del gran tablero geopolítico. Para Madrid resulta otro desafío colosal. Si en Singapur, en julio de 2005, tuvo que medirse a cuatro de las principales metrópolis del mundo (Londres, París, Moscú y Nueva York), esta vez compite con la Chicago del fascinante Barack Obama, la emergente Río de Janeiro del seductor Lula y la imperial Tokio, quizá la que destilaba menos púrpura, al menos hasta que llegó ayer su nuevo primer ministro, Yukio Hatayama. "Es una gran aventura", dijo ayer Zapatero, el presidente español. Una misión sideral, casi una utopía para algunos. Pero Madrid, "España", como le gusta subrayar a su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, el "mesías" de un proyecto en el que se ha implicado de forma política y personal hasta el tuétano, ha decidido jugar la partida. Si Lula pone el acento en el deslumbrante despegue económico de Brasil y Michelle Obama despliega toda la maquinaria propagandística para lograr lo que no pudo conseguir Hillary Clinton en Singapur, la delegación española se esfuerza en amplificar el masivo apoyo popular que respalda a la candidatura, los innumerables éxitos de sus deportistas y el ejemplarizante nexo de todas las facciones políticas y administrativas en una nación de tantos contrastes y tantas divergencias.
La candidata española pelea con el fascinante Obama, la emergente Río y el imperial Tokio
En la elección pesan tanto las cuestiones políticas y económicas como los afectos
Antes de que Jacques Rogge, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), revele hoy entre las 18.30 y las 19.00 la ciudad vencedora, las multitudinarias comitivas de cada aspirante habrán tenido que auscultar las voluntades de 104 variopintos personajes de 73 nacionalidades diferentes, de los cuales sólo 42 han disputado unos Juegos (poco más de la mitad, 26, ganaron medallas). Suiza e Italia son los países más representados, con cinco miembros cada uno. Gente, en definitiva, con distintas permeabilidades ante factores externos. En este babélico senado pesan tanto las cuestiones políticas y económicas, como los afectos y caprichos de cada cual. Algunos hasta se lían al votar, como le ocurrió al griego Lambis Nikolau en Singapur. Era militante español, pero se demoró y se le pasó el plazo. Su voto hubiera llevado a Madrid a la final... Y quién sabe.
Las votaciones comenzarán tras la presentación final de las candidatas, de 45 minutos cada una. A las 8.45, Chicago; a las 10.25, Tokio, y a las 12.05, Río. Tras el sopor del almuerzo, a las 14.45, Madrid. Por parte española intervendrán Juan Antonio Samaranch Salisachs (único español en el COI), Mónica Figar Coghen (de 12 años, hija de Mercedes Coghen, consejera delegada de Madrid 2016) Alejandro Blanco, Alberto Ruiz-Gallardón, Mercedes Coghen, Esperanza Aguirre, José Luis Rodríguez Zapatero, Teresa Perales (nadadora paralímpica), Raúl, Juan Antonio Samaranch y el rey Juan Carlos. En principio, se prevén tres votaciones, salvo que alguna sede lograra la mayoría absoluta en primera instancia, lo que parece del todo improbable. No pueden votar de entrada los ciudadanos de los países afectados: un español, dos brasileños, dos estadounidenses y dos japoneses. Sólo pueden elegir una vez que su ciudad ha sido eliminada. Según los expertos, el mínimo para superar el primer escrutinio (cae una ciudad en cada ronda) son los 20 votos. Lo habitual es que a estas alturas del partido casi todos los asambleístas tengan decidida su primera opción, de ahí que los delegados se vuelquen en la pelea por la segunda y tercera voluntad.
Madrid arranca con un lastre considerable. Desde 1952, cuando Helsinki tomó el testigo de Londres 48, ha habido rotación de continentes. Londres 2012 no sólo es una piedra en el camino, sino que todas aquellas ciudades europeas que sueñan con los Juegos de 2020 (Berlín, París...) descartarán de un plumazo a Madrid. Puesto que el belga Jacques Rogge se abstiene de forma voluntaria por su rango presidencial, y con las ausencias del surcoreano Kun Hee Lee y el finlandés Saku Koivu, el censo lo forman 45 europeos, 21 asiáticos, 18 americanos, 15 africanos y 4 de Oceanía.
A tenor de las encuestas, Río de Janeiro y Chicago parten como favoritas. La primera apela a su extraordinaria pujanza económica para conseguir por fin unos Juegos para Suramérica. En su contra, quizá, el conservadurismo del COI y que en 2014 organizará el Mundial de fútbol. Hay dos precedentes, pero en orden inverso: México celebró los Juegos del 68 antes del campeonato del mundo del 70; Múnich acogió la fiesta olímpica en 1972, y dos años después Alemania ganó a Holanda la final futbolística. Chicago llega a hombros de Obama, pero no es un proyecto de Estado, ya que la financiación es privada y en el COI aún no se ha olvidado el desastre económico de Atlanta 96 ni las salpicaduras por el escándalo de corrupción de Salt Lake City. Sostienen los más optimistas que a Tokio le queda demasiado cerca Pekín. En realidad, mucho más lejos que Londres a Madrid. La capital española presume, con razón, de un proyecto concretado al 80%; Londres no ofreció nada más que las promesas de Tony Blair en Singapur. Con el COI de por medio abundan los imprevistos y los argumentos son infinitos. Sólo una certidumbre: Madrid se la juega con un G-3.
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