La canciller impasible
Su popularidad es la principal baza de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU). En los últimos cuatro años, Angela Merkel, de 55 años, se ha afianzado como líder de Alemania e incontestable cabeza de la CDU. Procedente del Este, hija de un pastor protestante, su ascenso en 2000 a la cúpula democristiana fue de por sí una sorpresa. La CDU es un partido históricamente católico y patriarcal, con gran peso en el rico sur del país. Su primera candidatura le llevó a la cancillería hace cuatro años, pero con un solo punto de ventaja sobre los socialdemócratas. Tuvo que pactar la gran coalición con sus rivales.
Durante la campaña que terminó ayer, Merkel ha adoptado un perfil bajo y ha jugado la carta de su liderazgo internacional en la tormenta de la crisis económica. Ha cuidado bien sus relaciones con los liberales del FDP, que se han comprometido con ella para una coalición si las urnas lo permiten hoy. Por otro lado, Merkel ha evitado la confrontación con su contrincante socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, vicecanciller y ministro de Exteriores. Culminó este distanciamiento de la pugna electoral viajando a la cumbre del G-20 durante los últimos días de campaña. Los golpes bajos quedaron a cargo de los poderosos líderes regionales, como el primer ministro de Hesse, Roland Koch, y el de Baviera, el socialcristiano Horst Seehofer.
El mensaje de Merkel: ella es canciller y lo seguirá siendo. Las encuestas le dan la razón, pero está por ver si sus barones le conceden algún margen de error tras los comicios.
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