Color, ritmos mestizos y sosiego
La víspera del día laborable lleva menos público a los conciertos
Segunda noche de la Mercè, pero en el centro de la ciudad la cantidad de barceloneses ansiosos de fiesta era menor que el día anterior. Tal vez el hecho de ser víspera de día laborable dejó a muchos en casa cargando pilas para el fin de semana. Lo cierto es que la plaza de la Catedral se veía un tanto despoblada cuando, a las 21.30 horas, el grupo Terrakota inició una actuación tan atractiva como colorista.
Poco a poco, a la llamada de la música, los paseantes fueron acercándose y pronto varios centenares de personas se movían al ritmo mestizo del septeto lisboeta. Con una propuesta que iba del reggae al hip-hop con notas de rock psicodélico y buenas dosis africanas, el grupo se metió a todo el mundo en el bolsillo y raro era el que pasaba de largo.
Media hora después, en el parque de la Ciutadella comenzaba una sesión de jazz manouche de altos vuelos. Los holandeses del trío Rossenberg ocupaban el escenario ante unas 500 personas diseminadas por el césped. Los Rossenberg (dos guitarras y un contrabajo) emularon el espíritu de Django Reinhardt con una música optimista y llena de swing, aunque hacia la mitad de su actuación tuvieron que compartir protagonismo con los fuegos artificiales que se realizaban en la playa de la Barceloneta.
Mientras, entre los escenarios del BAM, de nuevo la plaza del Rei se erigió en el espacio más adecuado para casar fiesta con sosiego. Si el resto de los escenarios del festival se apuntaban a la jarana, en la plaza se pudieron vivir dos conciertos aptos para la introspección. El primero protagonizado por Boat Team, trío de instrumentación singular -chelo, violín y piano o guitarra y piano- que parece aspirar a musicar el cielo con la voz angelical de su cantante. Más tarde, allí mismo, la rugosa y poderosa voz de Melissa Laveaux evocó desde a Tracy Chapman a Keziah Jones haciendo bascular su música entre la canción popular de Haití y el blues o el folk.
El resto de los escenarios del BAM dieron menos de qué hablar. Tonino Carotone hizo sus gracias en la Rambla del Raval. Peor resultó la infame actuación en la plaza Reial de In*Digna, un trío de hip-hop sin bases que merezcan ser llamadas así. En el alejado escenario del Portal de la Pau, el Club Mestizo celebró sus 10 años con la actuación de las estrellas que crearon el que fue conocido como sonido Barcelona. La frialdad y la escasa presencia de público dejaron la celebración en un acto marcado más por las ganas de sus protagonistas que por las del público que los siguió. La noche concluyó en la plaza Reial con la actuación de los franceses Naïve New Beaters, un grupo de apariencia descerebrada y sonido descacharrado que apela al rock electrónico y bailable sazonado con hip-hop (del malo) y pop (del regular).
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