Un agujero negro en el Palau
En la Asociación Orfeó Català 'desaparecían' millones de euros aportados por empresas y administraciones - Gemma Montull evitó que la entidad fuera auditada
La Asociación Orfeó Català, propietaria del Palau de la Música, era un auténtico agujero negro en el que desaparecían millones de euros aportados por administraciones públicas y patrocinadores privados. El ex presidente de la Fundación Orfeó Català y también de la Asociación Orfeó Català, Fèlix Millet, se valió sobre todo de esta última, fuera del control de cualquier auditoría, para desviar fondos, según apuntan las investigaciones de las cuentas de las entidades del Palau de la Música. Es más, la empresa auditora de los balances de la fundación reclamó en numerosas ocasiones al ex director administrativo Jordi Montull y a su hija y responsable financiera Gemma Montull auditar la asociación por las ingentes aportaciones de dinero. Los Montull siempre se negaron.
La inspección de la Generalitat nunca pidió auditar la Associació Orfeó
Los auditores de la fundación, Gabinete Técnico de Auditoría y Consultoría, empezaron a validar las cuentas de la sociedad en el ejercicio 2002-2003. Fuentes de esta empresa explican que enseguida aconsejaron que se examinaran las cuentas de la asociación, puesto que recibían voluminosas inyecciones de dinero la fundación y el Consorcio. Sólo entre 2001 y 2008, los flujos fueron de 11,24 millones de euros procedentes de la fundación, según los balances de la entidad.
Además del dinero de la fundación, que conseguía sobre todo de aportaciones de los patronos, las administraciones destinaron 12,14 millones al funcionamiento ordinario del Consorcio. Estas fuentes recuerdan que, además, la mayoría de las ayudas públicas que daba, por ejemplo, el Ministerio de Cultura iban sobre todo a cubrir el coste de las obras. Y el propietario del edificio del Palau de la Música es la asociación Orfeó Català, que es donde acababa ese dinero. "El dinero en la fundación era blanco. Había muchas irregularidades, pero se volvía negro cuando pasaba a la asociación", agregan estas fuentes.
Los auditores podían comprobar los números y documentos de las dos entidades de las que se nutría la asociación, pero no podían conocer y verificar el uso que ésta hacía luego de ese dinero. Es decir, veían recibos y facturas de la asociación, sobre todo para obras, pero no podían comprobar qué se hacía con ese dinero porque nadie fiscalizaba la tarea de esa entidad. Así que lo advirtieron en muchas ocasiones, según estas fuentes, a Gemma Montull, quien rechazó de plano que se pudieran examinar los números de la entidad. La directora financiera consideraba que no era obligatorio al ser una asociación pequeña, pese a las grandes cantidades que manejaba.
Un socio del Orfeó Català explica que Fèlix Millet sólo daba un papel con las cuentas, en el que constaban las aportaciones de la fundación y el Consorcio, y las cuotas que pagan los asociados. Este socio explica, además, que un empresario le pidió a Millet tras una reunión que hiciera una presentación más amplia de la contabilidad de la asociación. El ex presidente le espetó: "¿No te fías de mí?".
Si los auditores de la fundación pidieron que se auditara la asociación, ¿por qué no lo hizo la Generalitat? El Departamento de Economía y Finanzas auditó el consorcio hasta 2006. A partir de entonces, lo encargó a consultoras. Fuentes de la consejería, que confirmaron que nadie pidió examinar la asociación, explican que se audita el consorcio porque así lo exige la ley, puesto que el Gobierno catalán tiene la participación mayoritaria de la entidad. Si nadie reclamó ver las cuentas de la asociación, añaden, es porque no es competencia de la Administración, pese a que recibiera ingentes cantidades de dinero público. La Generalitat empezará el próximo lunes a auditar las cuentas del consorcio del Palau.
Los investigadores trabajan también con esta hipótesis: que la mayor parte del dinero se desviara desde la asociación, donde no había control externo. No dudan que en la fundación hubiera una doble contabilidad. Y está claro que hubo irregularidades, como facturas por más de un millón de euros abonadas por la fundación a sociedades de las familias Millet y Montull por informes estériles o inexistentes. O una remuneración superior a un millón de euros que se llevó Millet y que consta en la última auditoría que la entidad entregó a Justicia.
Sin embargo, estas fuentes recuerdan que ambas entidades sumaban más de 100 cuentas bancarias, 10 de ellas para uso privado de los Millet y Montull. Y buena parte de éstas, agregan, no estaban a nombre de la fundación, sino de la asociación.
El Ministerio de Cultura, gran pagano
El Ministerio de Cultura, a través del Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música (INAEM), ha sido el gran pagano del Palau de la Música. Desde 1990 a 2009 ha pagado 21,836.647 millones de euros para las obras del edificio, tanto en conceptos de rehabilitación como de construcción de las nuevas ampliaciones. Además, según datos facilitados por el propio ministerio, ha aportado 3,1 millones más para la gestión y el funcionamiento ordinario del Palau en el periodo 2005-2009. Es decir, a la espera de que puedan encontrarse nuevos pagos aún no contabilizados, el Ministerio de Cultura ha aportado estos años casi 25 millones de euros al Palau.
Estas cifras son considerables si se tiene en cuenta que la aportación del Ayuntamiento de Barcelona fue de 1,3 millones para las obras (2001-2009) y de tres millones para funcionamiento entre 2005 y 2009. Es decir, según los técnicos municipales, el total es de 4,4 millones de euros.
El Departamento de Cultura, que es el que tiene la parte del león de las aportaciones al consorcio, destinó 4,5 millones de euros a la gestión del Palau entre 2005 y 2009. Y la cantidad destinada a las obras de la segunda ampliación entre 2001 y 2005 fue, según se dijo en su día, de 1,2 millones de euros. Lo que está claro es que entre las dos instituciones catalanas no suman ni la mitad de lo aportado hasta ahora por el INAEM. El lío de cifras es tan grande que los auditores han pedido a las administraciones que entreguen toda la documentación de lo abonado al Palau desde 1989 para cotejar si lo que pagaron lo justificaba después debidamente el equipo que dirigía Millet.
No es tarea fácil porque hay muchas partidas especiales. Por ejemplo, el Ministerio de Cultura sumó a su aportación ordinaria al consorcio de 2006 otra de 400.000 euros que se adjuntó mediante una enmienda extraordinaria de los presupuestos a propuesta de CiU, según explican fuentes ministeriales. Además, pese a que la ampliación y rehabilitación del edificio se inauguró en 2004, desde entonces el INAEM ha pagado 6,2 millones de euros para obras y restauración del edificio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.