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España eclipsa a la crisis en Portugal

La presencia económica española y las conexiones del AVE acaparan la campaña electoral - Extremadura formará una eurorregión con dos provincias lusas

España, para mal y para bien, y el tren de alta velocidad han sido los protagonistas de la primera semana de la campaña electoral portuguesa. Dentro de una semana, los electores acudirán a las urnas. Hasta ahora los candidatos han quemado buena parte de sus cartuchos en lo que ha sido el monotema, y apenas han hablado de asuntos como las consecuencias de la crisis o el mal funcionamiento de los tribunales, a pesar de que un estudio reciente revela que el 82% de la población opina que el mayor problema de la democracia en Portugal es el descrédito de la justicia. Por lo visto y oído, hay candidatos que creen que recurrir a un tema tan trillado como los problemas entre vecinos puede dar votos. Lejos de las pasiones y las motivaciones electoralistas, la realidad en distintos ámbitos de la sociedad portuguesa y las estadísticas demuestran que las relaciones hispano-lusas gozan de excelente salud.

El descrédito de la justicia es el mayor problema para el 82% de la población
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"En la política portuguesa, agitar el sentimiento antiespañol no es un valor seguro. Un político que usa el espantapájaros español corre el riesgo de que le salga el tiro por la culata". Gabriel Magalhaes, profesor de la Universidad de Beira interior y antiguo docente de la Universidad de Salamanca, anda con pies de plomo al hablar de la relación entre Portugal y España. Magalhaes, bilingüe y estudioso del tema, opina que la convivencia es muy fluida con una mezcla de sentimientos. "Hay tres o cuatro reacciones típicas ante España: los más humildes, que creen que en el país vecino se vive mejor y lo miran como una ilusión; algunos ricos que estarían encantados de vivir en España con los mismos privilegios y con más comodidad; los que rechazan el acercamiento, no por ser antiespañoles, sino porque les gusta ser portugueses, y un cuarto grupo al que no le interesa la polémica y trata de disfrutar de todo lo que ofrece España".

En un mismo partido político se pueden encontrar estas sensibilidades distintas, observa este profesor portugués de Artes y Letras, que se siente "peninsular y, sobre todo, ciudadano del mundo". Para Francisco España, consejero de Educación de la Embajada española, no hay duda de que la frontera entre los dos países es cada vez más virtual. "La presencia de empresas españolas, el deseo de los jóvenes de estudiar Medicina, fundamentalmente, en España, los Erasmus (el mayor número de Erasmus en Portugal son los españoles y España es el país más escogido por los portugueses), trabajadores que cambian de residencia entre uno y otro país... Todo ello contribuye a un cambio drástico en el imaginario acerca de la nación vecina".

El estudio del español entre los estudiantes portugueses se ha triplicado en los últimos tres años, hasta alcanzar la cifra de 51.000 alumnos de enseñanza básica y secundaria, con 541 profesores en 428 escuelas. Con este salto, el español está cerca de superar al francés y de convertirse en el segundo idioma extranjero en las escuelas portuguesas. La contrapartida es que más de 10.000 alumnos españoles estudian portugués en las escuelas de Extremadura.

La interrelación abarca otros campos. En Portugal trabajan 1.937 médicos y enfermeros españoles. Las mujeres embarazadas de la ciudad fronteriza de Elvas van a dar a luz al hospital maternoinfantil de Badajoz, a 16 kilómetros, más próximo que cualquier centro sanitario portugués, tras un acuerdo firmado por los dos países. La decisión generó polémica en su día y no faltaron quienes pusieron el grito en el cielo porque niños portugueses iban a nacer en España. Desde junio de 2006 hasta junio de 2008 (no hay datos actualizados) nacieron 500 bebés portugueses en Badajoz. La cooperación transfronteriza tendrá el próximo 21 de septiembre una nueva expresión con la constitución de la eurorregión Extremadura-Alentejo-Centro, que permitirá captar fondos comunitarios para desarrollo regional e infraestructuras. La primera eurorregión entre los dos países ibéricos es Galicia-Norte de Portugal.

Hay una diferencia de ver y pensar sobre España entre dos generaciones. "El antiespañolismo puede dar votos en el electorado más maduro y en el interior del país, no en los grandes núcleos urbanos", señala Antonio Víctor, que menciona una realidad tan inmutable como determinante: "Portugal no tiene frontera con ningún otro país, todo se enfoca hacia España, los recelos, las envidias, el imaginario".

Hace 10 años, Antonio José Saraiva, ex director de Expresso, semanario de referencia, escribió un artículo polémico en el que señalaba como inevitable el proceso de integración peninsular, y vaticinaba que Portugal acabaría por transformarse en la sexta región de España "junto a Castilla, Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía". El profesor Gabriel Magalhaes recuerda que en aquella época era profesor en Salamanca. "Mis alumnos decían que no tenía ningún sentido hablar de una unión ibérica, y añadían que España sería ingobernable si se integrara con Portugal".

A los responsables de la Cámara de Comercio luso-española se les ilumina la cara cuando hablan de comercio e inversiones. España es el primer socio comercial y primer inversor en Portugal. Recibe el 30% del comercio exterior portugués y las más de 1.200 empresas españolas en el país vecino suponen el 50% de toda la inversión extranjera (22.000 millones de euros), que da empleo a 80.000 familias portuguesas. En sentido contrario, hay en España 400 empresas portuguesas, con inversiones que superan 11.000 millones de euros y dan trabajo a 22.000 familias españolas.

"La realidad económica es una realidad de integración, no hay ningún problema con las marcas y consumo de lo español", comenta Antonio Víctor, directivo portugués de una empresa española. "Empiezan a imponerse costumbres españolas, almorzamos más tarde y viajamos más a España".

El primer ministro y candidato socialista, José Sócrates, saluda a sus partidarios en Santarem el pasado día 15.
El primer ministro y candidato socialista, José Sócrates, saluda a sus partidarios en Santarem el pasado día 15.REUTERS

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