Imparables
España, a base de creatividad y talento, se deshace de Grecia y se mete en su séptima final de un Europeo, la cuarta consecutiva - Pau Gasol, bien secundado por Rudy Fernández, de nuevo decisivo
Dos años después, Pau Gasol y compañía se han ganado con todas la de la ley el derecho a la revancha. En el penúltimo peldaño arramblaron con el árido despliegue que caracteriza a Grecia. Podrán luchar hoy (21.15, La Sexta) por quitarse la espina de aquella infausta final en Madrid que parecía pertenecerles por derecho propio. Pero la perdieron, en casa y frente a Rusia, tras un lanzamiento que no quiso entrar del líder de la más maravillosa generación del baloncesto español. Para suerte del baloncesto, la victoria en la semifinal sobre Grecia cayó por su propio peso.
No hubo mejor antídoto contra el juego ventajista y especulativo que la creatividad y el trabajo en beneficio del talento individual de los componentes del equipo de Sergio Scariolo. Especialmente, por supuesto, del de Pau Gasol, que volvió a demostrar que no se adivina ninguna batería de pívots en Europa capaz de ensombrecer su enorme talento. Será la séptima final continental que disputará España, cuya asignatura pendiente es ganarla de una vez por todas, y la cuarta consecutiva contando el Mundial de Japón 2006, el Europeo de España 2007 y los Juegos de Pekín 2008.
Era sabido que el rendimiento español había subido como la espuma. Sus rivales lo temían y trataban de evitarlo de manera descarada, como había hecho Grecia dejándose ganar por Francia en la fase de grupos para evitarlo en cuartos. En semifinales ya no tuvo más remedio que enfrentarse a la cruda realidad. Por más vueltas que le dé, su estilo controlado y corrosivo con el rival no le alcanza para competir con todas las consecuencias con España. Antes del último cuarto la diferencia ya rondaba los 20 puntos.
El equipo español estuvo muy atinado en el entrejuego. Forzó muchos errores en la sala de máquinas de los griegos, donde laboraron Spanoulis y Zisis y se echó de menos a dos ausentes del calibre de Diamantidis y Papaloukas. Su dominio en el rebote (47 capturas por 29 de España) les sirvió de poco porque los pívots españoles nunca cejaron en la salvaguarda de su aro. Sólo algunas reiteradas penetraciones de Spanoulis y Zisis dejaron alguna vía libre para Bourousis. Una vez corregido el error, España sólo tuvo que abrir su abanico de recursos ofensivos para poner tierra de por medio.
Esta vez, al espléndido trajín de Pau Gasol y Rudy Fernández, de nuevo espléndido en defensa y letal en el tiro, se añadieron otros elementos. Cuando Scariolo empezó a mover el banco, tras cinco minutos de juego y con 11-12 en el marcador, los reservas españoles se encargaron de dar el tirón. Scariolo dio entrada a Cabezas, que cuajó su mejor partido con la selección en mucho tiempo. Movió al equipo con desparpajo, frenó en defensa a Spanoulis y se animó a lanzar, además, con un notable acierto. Con él, Mumbrú, Reyes, Marc Gasol y Llull empezó a partirse el partido.
Cuando Cabezas volvió por primera vez al banco, España dominaba ya por 32-21. Grecia carecía de recursos. De su banquillo apenas salieron buenas noticias. Algunas marrullerías que desquiciaron al banquillo español hasta el punto de que fue castigado con una técnica por protestar, y el único triple de Fotsis en el partido, hicieron bajar la ventaja a siete puntos (45-38), pero fue un momento puntual. España volverá a jugar por el oro dos años después. Rusia, su rival de entonces, no ha podido estar siquiera en las semifinales. Otro dato que habla de la consistencia y fiabilidad de una selección que, en los cinco anteriores Europeos había ganado cuatro medallas, además del título Mundial en 2006 y la medalla de plata en los Juegos de Pekín el año pasado. Ahora, sólo le falta franquear el último paso para conseguir un título sin precedentes.
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