Fiscal Fungairiño
Un socio dominicano de la empresa donde trabajé nos puso a mí y a otros compañeros alrededor de 60 querellas en cuatro países con un objetivo espúreo. Ninguna fue admitida a trámite excepto la que el fiscal Fungairiño apoyó con su escrito de acusación de abril de 2005. Pidió para mí y para un compañero cuatro años de cárcel y 50 millones de euros de fianza que se depositó y que es la más alta de la historia de la Audiencia Nacional.
El resto de la historia el fiscal la conoce muy bien: en nuestro juicio salimos inocentes, el fiscal que tomó el caso después del cese del fiscal Fungairiño (se produjo, por cierto, sólo horas después de que el Fiscal General del Estado fuera informado en su despacho a las 9.30 del 1 de febrero de 2006 de este caso) retiró los cargos y nosotros pedimos medidas disciplinarias contra el fiscal Fungairiño por acusación falsa, tal y como dicen las sentencias absolutorias: "Carece de la más elemental base de acusación". "La construcción jurídica de la acusación carece de cimientos por lo que su desplome ha sido absoluto". "En terminología del Tribunal Supremo es una acusación injustificada". Estas medidas disciplinarias nos fueron denegadas y lo hemos recurrido.
Fue chocante que el fiscal Fungairiño nos hubiera acusado de unos hechos ya juzgados en Estados Unidos y que como consecuencia de ellos pesa sobre el querellante una orden de arresto de la justicia de ese país. También sorprende que el fiscal reconociera a ese querellante unos daños de 60 veces la inversión que hizo.
Dejando a un lado las casualidades, personas, coincidencias y hallazgos que el fiscal conoce, me gustaría preguntar al fiscal si era consciente del daño que una acusación falsa que partiera de él podía hacer a un ciudadano normal. ¿A quién cree la gente, al fiscal Fungairiño que pide cárcel y 50 millones de euros o a un profesional que nadie conoce? Yo contesto. El "algo habrá hecho" pasó por la mente de casi todos, muy pocos se habrán enterado de las sentencias absolutorias y nadie sabe de mi lucha actual contra todo un sistema para que se haga justicia validando así el principio de que todos (incluyendo el señor Fungairiño) somos iguales ante la ley.
Quiero saber cómo desde el puesto de fiscal del Tribunal Supremo el fiscal Fungairiño puede reparar el daño que nos ha causado.
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