Un año después del final de la Expo

Se acaba de cumplir un año de la clausura de EXPO-Zaragoza y es hora de hacer balance sobre su legado.

Mucho se ha hablado en Aragón durante todo este tiempo de las cifras de visitantes, del atractivo tema sobre el que giraba la exposición internacional y de los efectos benéficos para la ciudad en términos de acondicionamiento de riberas y de nuevas infraestructuras. Pero poco se ha dicho del tratamiento informativo recibido desde los diferentes medios nacionales. Organizadores, ciudadanos aragoneses e instituciones y medios informativos de esta comunidad volcaron toda su ilusión en la celebración de un evento irrepetible.

Hoy, sin embargo, podemos decir que se dejó escapar una oportunidad de dar a conocer en toda España un tema de actualidad y de tanta trascendencia como el del agua y el desarrollo sostenible. Y no puede responsabilizarse de ello a los organizadores o a las instituciones en sus esfuerzos por fomentar el evento, sino a aquellos que debían haberse hecho eco de una exposición digna de un seguimiento diario en los informativos nacionales. En otras ciudades se han celebrado eventos, casi siempre de carácter deportivo, sobre los que hemos tenido puntual información en cada telediario, a pesar de su escaso atractivo e interés para la mayoría de los ciudadanos españoles.

En un momento en que el cambio climático inducido por el hombre parece incuestionable, nadie ha sabido situar como punto de referencia medioambiental a Zaragoza. Conferencias dirigidas por científicos y expertos en la materia, cuyas conclusiones se recogieron en la frustrada Carta de Zaragoza, y debates protagonizados por ciudadanos anónimos, se realizaron prácticamente a diario. Y, sin embargo, nada de eso ha trascendido a nivel nacional. Hoy, un año después, sólo nos queda lamentar que se haya desaprovechado una oportunidad irrepetible y plantearnos la duda de si el resultado final se debió al escaso peso económico e informativo que Zaragoza y Aragón representan a nivel nacional.