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Columna
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Al final del verano, exámenes

Como si de la vieja canción del Dúo Dinámico se tratase, el mes de setiembre se convierte en el lugar de encuentro para los exámenes, las evaluaciones y los nuevos análisis para diseñar los próximos escenarios. Así, hemos recibido el último informe del World Economic Forum en el que subrayan la clasificación de los distintos inputs en lo que concierne a la elaboración del índice de competitividad por países. En este sentido, la calificación muestra que los diez mejores países son Suiza, EE UU, Singapur, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Japón, Canadá y Holanda. España, por su parte, empeoraba cuatro puestos en el ranking, situándose ahora en el puesto 33 de los 134 países analizados.

El deterioro del mercado laboral y de la economía puede ser menos acusado del previsto

Al mismo tiempo, se han publicado los últimos datos de la economía americana. En ella, la destrucción de empleo contabilizada en el mes de agosto registró la tasa más alta desde 1981 (9,7% de tasa de paro), pero fue inferior a las previsiones que esperaban los analistas, lo que puede significar que "la tendencia a la mejora no puede negarse, aunque la cuestión principal radica en cómo afrontar y medir la velocidad de la recuperación". La administración Obama está centrada, en consecuencia, en cómo resolver los déficits y cómo ahorrar para poder sustentar la recuperación económica apoyándose en el consumo,

También, tanto el Banco Central Europeo como la OCDE, han emitido comentarios a la vuelta del verano. El Banco Central Europeo atisba mejoras en la evolución económica y pronostica avances positivos no exentos de "ciertos riesgos". Enfatiza en su análisis un pronóstico anterior en el que la contracción se situaría entre el 4,1% y el 5,1%, y ahora advierte que el PIB caerá sólo entre el 3,8% y el 4,4% a finales del 2009, para estimar que en 2010 la economía europea estaría entre el -0,5% y el 0,9 %; o sea, una recuperación gradual.

Por su parte, la OCDE también pronostica una mejora progresiva, aunque señala que España será uno de los países que más va a sufrir, dadas las leves mejoras llevadas a cabo en el campo de la productividad y la parsimonia en adoptar reformas estructurales.

De la totalidad de los informes se extraen varias conclusiones. De una parte, se insta a que la confianza también puede recuperarse de una forma más rápida y que el deterioro del mercado laboral y del conjunto de la economía puede ser menos acusado del previsto. Ello nos remite al fantástico libro de Akerloff y Schiller, Animal Spirits, en donde se relata que es preciso tomar en consideración otras facetas diferentes de las estrictamente económicas. De ahí que insistan en tener en consideración cinco aspectos: la confianza, así como los mecanismos de retro-alimentación entre ésta y la economía; la segunda, la justicia social, de la que pende el establecimiento de los salarios y los precios. En tercer lugar, la eliminación y erradicación de comportamientos corruptos y antisociales, de los que debemos huir. En cuarto lugar, la ilusión monetaria, que constituye una de las piedras angulares, evitando confundir los conceptos y los efectos que pueden suponer la inflación o la deflación, por ejemplo. Y finalmente, nuestro sentido de la realidad, es decir, quiénes somos y lo que hacemos, ya que el conjunto de las historias constituye una historia universal que por sí misma representa un papel importante en la economía.

La situación en España pasa por lo mismo. Desde el Gobierno se desea llevar a cabo un cambio de modelo productivo, pasando de una economía fundamentada en la construcción y en el consumo a otra diferente en donde los fundamentos tecnológicos, industriales, del conocimiento y de la sostenibilidad sean los pilares de los próximos desarrollos. Es preciso, por tanto, proceder a un cambio de mentalidad, de actitud y organizativo.

Los primeros, los cambios de mentalidad, exigen borrar actitudes y conformismos pretéritos, insistiendo ahora en los conceptos de la competitividad, la iniciativa tecnológica y la educación. Los segundos, los cambios de actitud, exigen plantear las nuevas pautas de actuación desde el diálogo, la capacidad de concertación, de colaboración, de compromiso; evitando, con ello, la fracturas de la sociedad tanto a niveles económicos como sociales, culturales y territoriales. Y en tercer término, los cambios en la organización, que obligan a presentar los retos desde perspectivas de dimensión, con criterios de posicionamiento internacional y generadores de ahorros de costes sin disminuir la eficiencia.

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